La monstruosidad de la mentira

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El terrorismo político cabalga en la actual campaña electoral. No importan los métodos ni los recursos que se usen. No importa tampoco hasta dónde se llegue. Todo se vale para tratar de convertir a José María Villalta, candidato presidencial del Frente Amplio, en un monstruo lo suficientemente malo para –es la expectativa– asustar a la población y evitar que los mismos de siempre pierdan el poder de seguir haciendo lo que les da la gana con el país.

En este caso, la tarea le ha tocado a Jaime Gutiérrez Góngora. Descontextualizando lo que dije en una actividad protocolaria en la Asamblea Legislativa, con representantes del Gobierno de la República Popular China –país con el que Óscar Arias Sánchez restableció relaciones–, interpreta a su gusto mis palabras para derivar de allí falsamente que yo expresé admiración a Mao Tse Tung o, peor aún, a determinadas políticas del Gobierno chino que causaron pérdidas de vidas en aquel país.

Afirmar, como yo hice, que mi partido es heredero de las luchas del Partido Comunista Costarricense, el del benemérito de la patria Manuel Mora Valverde, quien, junto con el entonces jefe de la Iglesia católica, arzobispo Víctor Manuel Sanabria, y con el entonces presidente de la República, Rafael Ángel Calderón Guardia, pactaron el capítulo de las Garantías Sociales de nuestra Constitución Política, no tiene nada de malo. Y, por supuesto, es algo que me enorgullece.

Derivar de allí que el Frente Amplio –fundado en el 2004– sería un partido que comulga con prácticas autoritarias, antidemocráticas o violaciones a los derechos humanos, es una falacia a la que el señor Gutiérrez Góngora recurre calculadamente para tratar de confundir a quienes leen este periódico.

Como he dicho decenas de veces, el Frente Amplio se nutre de las tradiciones históricas de lucha del pueblo costarricense, pero también pretendemos ser casa común de nuevos movimientos sociales que luchamos por construir una democracia real y avanzada, y reencontrar la senda del desarrollo con justicia social, sin reproducir errores de otras latitudes ni copiar recetas de nadie. Como puede leerse en nuestros estatutos, somos un partido democrático, progresista, socialista, patriótico, feminista, ecologista, humanista, pacifista, popular, pluralista, ético y latinoamericanista. Cómo entendemos cada uno de estos principios puede verse en: http://www.villaltapresidente.cr/index.php/frente-amplio/quienes-somos/estatuto

Por otro lado, el hecho de que en ese acto protocolario yo reconociera el hito histórico de la revolución china, la lucha del pueblo chino por su plena independencia frente a las potencias coloniales, o su heroica resistencia frente al expansionismo del Eje, tampoco implica lo que el señor Gutiérrez Góngora calculadamente pretende derivar, esto es, que yo avale los errores cometidos por Gobiernos o dirigentes de ese país.

Pero sepa, señor Gutiérrez Góngora, que, si yo hubiese nacido en China, en vez de en Costa Rica, con toda seguridad estaría luchando allí contra las condiciones de esclavitud y los bajísimos salarios que se pagan a los obreros chinos, gracias a los cuales los productos importados de ese país por Costa Rica, como textiles o zapatos, por mencionar algunos, están llevando a la quiebra a la producción local.

Y tenga por seguro que nunca, pero nunca, avalaría la relación de pedigüeñería y sometimiento que los últimos gobernantes de Costa Rica han establecido con esas autoridades chinas que ahora usted tanto admira.

Lo que se pretende ocultar con esa auténtica monstruosidad que es la mentira calculada, la tergiversación cínica de la realidad, es lo que verdaderamente les espanta: que hoy existe en nuestro país una alternativa de izquierda democrática y moderna que empieza a calar el corazón y la conciencia del pueblo costarricense porque propone reivindicaciones sencillamente justas, como la necesidad de que se paguen salarios adecuados a quienes trabajan, en vez de que los mismos de siempre sigan gobernando para el enriquecimiento de unos pocos.

Que somos una alternativa viable, responsable y capaz, a la que la población sí cree, es a lo que le tienen pánico, como dijera recientemente el columnista de La Nación Fernando Durán Ayanegui.

Por último, el citado articulista parece perder la noción del tiempo. Yo nací en 1977. Yo no viví la Guerra Fría, sino como un eco contado por mis mayores. Cuando cayó el muro de Berlín, yo tenía 12 años y mi mayor preocupación era que esa Navidad alguien me regalara la primera versión de un Nintendo.

Los fantasmas que puedan perseguir al señor Gutiérrez Góngora no tienen nada que ver conmigo. Por el contrario, cargo con los costos de la desigualdad social, la exclusión y la corrupción que 30 años de neoliberalismo y, especialmente los dos últimos Gobiernos, han impuesto sobre los hombros de mi generación (incluyendo las comisiones, los sobreprecios y los contratos leoninos con China).

Justamente porque he decidido cambiar esta triste situación, estoy lleno de esperanza y deseo de construir con todos los costarricenses honestos una patria más justa y mejor a partir del 8 de mayo del 2014.