La integración es el camino

Los países que formamos el SICA somos vistos por nuestras contrapartes como un todo

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Asistimos a una tendencia mundial clara: nunca antes en la historia de la humanidad habían aflorado tantos bloques de países como en la época que estamos viviendo. A la consolidación de algunos agrupamientos históricos se suma la emergencia de otras iniciativas muy dinámicas, ya sean de carácter intra o intercontinental.

Dada la complejidad creciente de nuestro globo y el tamaño de nuestros desafíos, sería difícil imaginar un movimiento en una dirección diferente. Sería algo así como desafiar las leyes de la historia y nadar contra corriente.

Si bien es cierto hoy contamos con agrupamientos de distinta naturaleza, es importante remarcar que los bloques históricos que han avanzado significativamente son aquellos que son parte de un mismo continente, región o subregión. Es decir, que se encuentran en un espacio geográfico afín, tal es el caso de la Unión Europea y el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).

Este último, de acuerdo con lo que establece el Protocolo de Tegucigalpa, tiene como objetivos la realización de la integración centroamericana para constituirla como región de paz, libertad, democracia y desarrollo, siendo, por lo tanto, desde su fundación, un proceso multidimensional.

Por otra parte, independientemente de su naturaleza, los diferentes grupos de países han enfrentado con el devenir del tiempo marcadas diferencias sobre temas complejos; sin embargo, esto no ha sido obstáculo para avanzar en los temas comunes, ni mucho menos ha sido motivo para que un país o varios abandonen los esfuerzos integracionistas, pues siempre se privilegia el diálogo y el buen entendimiento como instrumento fundamental.

Punto de encuentro. Nuestro bloque histórico natural lo encontramos hoy en el SICA. Somos un territorio privilegiado que conecta el norte con el sur y al Atlántico con el Pacífico. Somos un espacio de encuentro de diferentes expresiones culturales, sociales, políticas y económicas, pero con denominadores comunes que nos hacen franquear algunas barreras que son muy fuertes para otros agrupamientos de países.

Los países que integramos el SICA somos vistos por nuestras contrapartes como un todo. Hoy día, a muy pocos les podrá interesar negociar con un mercado de 5 o 10 millones de potenciales consumidores, pero si con los 54 millones que forman parte del Sistema de la Integración Centroamericana. Por esta razón, han ido quedando atrás las negociaciones bilaterales y hemos avanzado a los acuerdos regionales.

La tendencia mundial es también a buscar acuerdos integrales donde, si bien es cierto el comercio conforma una parte esencial, también es verdad que cada vez cobran más relevancia el diálogo político y la cooperación.

Y es que las relaciones intrabloques o interbloques hace mucho tiempo evolucionaron de una visón seccionada o monotemática a una que involucra diversos componentes; así, por ejemplo, al día de hoy contamos con un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, que es único por ser el primero de región a región y por comprender tres pilares: diálogo político, cooperación y comercio.

Muchos procesos de integración han comenzado desde el ámbito de lo económico y comercial, pero en su evolución se han ampliado y complejizado, y han pasado a comprender un mayor número de componentes. Este es no solamente el caso de la Unión Europea, sino también del proceso de integración centroamericana.

Por eso es que resulta difícil comprender la participación de un Estado miembro en solo una parte del proceso y sistema de la integración de la región, pues, como bien lo acordaron nuestros antecesores en 1991, para lograr que la región se constituya en una región de paz, libertad, democracia y desarrollo se debe coordinar y actuar en el ámbito económico-comercial y, además, en el campo político, de la seguridad, de la cultura y la preservación del medioambiente, entre otros.

El camino está claro, no podemos dejarnos llevar por coyunturas, pensemos estratégicamente, veamos a mediano y largo plazo, hagamos de Centroamérica una gran nación y sigamos como países miembros del Sistema de la Integración Centroamericana cumpliendo los compromisos que adoptamos, trabajando juntos y asumiendo con responsabilidad la búsqueda de paz, democracia, libertad y desarrollo como un todo armónico, como visionariamente quedó reconocido en 1991 en el Protocolo de Tegucigalpa a la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos.

El autor es ministro de Relaciones Exteriores de El Salvador.