La importancia de vivir el ahora

El ahora está hecho de conceptos y sentires

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Me olvido por un instante de tópicos socioeconómicos y políticos para concentrarme en asuntos menos publicitados, pero importantes. Elijo como tema el ahora.

En distintas civilizaciones –occidental, islámica, budista, hindú, ortodoxa, sínica– se encuentran tradiciones culturales que subrayan la importancia de vivir el ahora. El pasado es la memoria que ahora tenemos del ayer, el futuro es la expectativa que ahora tenemos del porvenir. Todo es en el ahora. La vida es una continuidad de presentes, de ahoras ininterrumpidos.

Debe reconocerse, sin embargo, que no es fácil vivir el ahora: lo común es que las personas se estresen, enfermen y sufran en función de lo que esperan obtener en el futuro, o bajo la presión de lo que les ha ocurrido en el pasado. Al existir como ecos del ayer e imaginando el inexistente porvenir, fragmentadas sus vidas por las contradictorias señales que les llegan de entornos desquiciados y tormentosos, o de condiciones socioeconómicas injustas, se pierde la sensibilidad para darse cuenta de que La vida está en otra parte (título de una novela de Milán Kundera), en el ahora que se vive –y se disfruta– con fuerza y entusiasmo.

Este asunto del ahora, o prioridad del presente, ha sido tratado en innumerables ocasiones; se le han dedicado ensayos, novelas y poemas; abunda en las charlas de café, en los ambientes de copas, en los arrebatos de la pasión amorosa, o al experimentar alegrías y dolores que hacen contener la respiración.

En lo que sigue, me concentro en dos aspectos que son claves para vivir el ahora: el placer y el significado del carpe diem .

Heroico placer. El moralismo o manía de pontificar sobre el bien y el mal, como si se fuese impoluto y perfecto, fosilizado como está, fútil, taciturno y lúgubre, asocia el placer con lo decadente. Sin embargo, la historia y abundantes investigaciones prueban que el placer y su realización pertenecen a la condición humana. No hay humanidad sin placer o sin deseo, y esto hace que las condenas moralistas concluyan en predicar lo que el predicador no practica o lo que practica después de una enfermiza represión emocional que produce individuos infelices, seres con la afectividad destruida hasta lo monstruoso.

Si a la inviabilidad del moralismo se agrega su milenaria costumbre de proteger, financiar y encubrir formas perversas del placer, al tiempo que propicia el culto fanático al sufrimiento (“sufrir mejor” o “tu amor es una bendición porque me hace sufrir”, rezan algunos de sus lemas), el resultado es un escenario espeluznante desde donde se empobrece la existencia y obstaculiza la evolución.

Hasta el último sorbo. Por eso hay que aprovechar mejor el día para fortalecer la autoestima, crear ambientes motivacionales positivos, interiorizar dolores y alegrías como momentos de autorrealización, y vivir el ahora con pasión y profundidad. ¿Qué comportamientos permiten estar alegres, disfrutar del placer y neutralizar el displacer, aprovechar obstáculos y felicidades para mejor disfrutar de la vida? Menciono algunos:

– Gozar: Conviene aprovechar al máximo los momentos de descanso, recreación, vacaciones, fiestas, alimentación, prácticas deportivas, ejercicios físicos, estudio, relajación, meditación, sexualidad, sensualidad, creatividad, artes y música, todo lo cual favorece vivir cada momento como si fuese el último. Estos instantes de satisfacción mejoran la calidad de las relaciones humanas y estimulan la cooperación y el servicio.

– Estar bien, sentirse bien: La autoestima debe cultivarse todos los días. Claro es que en la vida hay momentos de dolor, obstáculos y experiencias desagradables, pero lo fundamental no es lo que ocurre, sino el modo en que reaccionamos frente a lo que ocurre.

Mente abierta: La capacidad de buscar, investigar, preguntar e innovar es fundamental para vivir el ahora, pues facilita experimentar la vida como un sistema de descubrimiento constante. Cosa distinta ocurre cuando se cree que la vida es un valle de lágrimas, un lugar de castigo, trágica antesala del infierno o del cielo, donde unos poquísimos iluminados –los elegidos– son los únicos que están bien. En tal caso, la vida no es descubrimiento sino sumisión al poder y embrutecimiento.

– Pensar y emocionarse: La inteligencia humana no es solo teórica, sino también, y de modo primario, sentiente o sensible –“inteligencia sentiente”, la llama Zubiri–. Así que vivir es, simultáneamente, pensar y sentir, y el ahora está hecho de conceptos y sentires, sin separación ni yuxtaposición.

En definitiva, es sano degustar la vida hasta que se agote el día y se disfrute el último sorbo de alegría.

Aprovechar el día. Asociado a lo dicho se encuentra el carpe diem, una locución latina traducida como “tomar el día”, aprovecharlo mientras dure. Sobre este vocablo puede leerse el ensayo de Miguel Diez Carpe diem: aproximación a un tópico universal, en el que se cita a Horacio cuando escribe: “… agarra el día, no te fíes apenas del dudoso mañana”, y a Magno Ausonio, que dice: “Coge las rosas, muchacha, mientras está fresca tu juventud…”. En la película La sociedad de los poetas muertos, el carpe diem equivale a libertad y creatividad como vías de expresión, y en El arte de amar, de Fromm, el carpe diem se identifica con expresarse sin ser eco o imitación servil del entorno.

Finalizo esta reflexión con fragmentos de un texto que algunos atribuyen a Walt Whitman, pero cuya real autoría estimo dudosa. En todo caso, cualquiera sea su autor o autores, el contenido es estupendo:

“No te detengas: No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,/ sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños./ No te dejes vencer por el desaliento./ No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,/ (…) No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario (...)./ La vida es desierto y oasis./ Nos derriba, nos lastima,/ nos enseña,/ nos convierte en protagonistas/ de nuestra propia historia./ (...)Tu puedes aportar una estrofa./ No te resignes (...)/ Disfruta del pánico que te provoca/ tener la vida por delante./ Vívela intensamente, sin mediocridad./ Piensa que en ti está el futuro/ y encara la tarea con orgullo y sin miedo./ No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas”.