La gordura: una herencia neandertal

El número depersonas que tienen sobrepeso superalos mil millones

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La obesidad es considerada hoy uno de los grandes males del género humano. Estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que el porcentaje de gordos en todos los países del mundo ha ido en aumento en los últimos años.

Según el índice de masa corporal (IMC) –que se calcula dividiendo el peso (en kilogramos) de una persona entre el cuadrado de su altura (en metros), y califica de obesos a quienes el resultado de ese ejercicio supere el 30%– los Estados Unidos constituyen en la actualidad el país con mayor proporción de obesos. Le sigue México. Los países asiáticos ocupan los últimos lugares.

Según la OMS, el número de personas que en el mundo hoy tienen sobrepeso (IMC sobrepasa el 25%) supera los mil millones.

Hoy, los gordos y las gordas, en promedio, enfrentan no solo más problemas de salud que quienes no lo son, cuyos costos en mucho se transfieren a los demás por el financiamiento solidario de la seguridad social, sino que son objeto de burla velada.

Hay quienes hasta proponen que los pasajes de avión se cobren en función directa del peso del viajero, como si se tratara de carga de mercancías. En España se formó una asociación (www.gordos.org) para promover actitudes de tolerancia, denunciar a las personas intolerantes al aspecto físico, asesorar y dar soporte a las personas que lo pidan, ofrecer información sobre la obesidad y cómo tratarla, etc.

En principio, la gordura es una relación de la energía que se ingiere y la que se gasta, en lo que dieta y ejercicio son claves. Pero, según los entendidos, eso no explica todo, pues alrededor de un 40% de ella tiene un origen genético, y los culpables son los miembros de una corpulenta especie de abuelos de los abuelos de nuestros abuelos que vivió en Europa y Asia Central hace más de 40.000 años.

En efecto, un grupo de destacados científicos considera que el gen de la gordura se lo debemos al hombre de Neandertal, que, aunque enemigo teórico del homo sapiens, supo agenciársela para intimar con más de una (o uno, según el caso) de esta especie y pasar su legado hasta nuestros días. (Véase C. N. Simonti, B. Vernot, et al, “Neanderthal genetic legacy”, Science, Feb. 12, 2016).

¿Así que a ellos debemos el mal de la gordura? A ellos debemos el gen asociado con la gordura, pero no el mal. Al contrario: sin esos genes quizá la humanidad habría desaparecido. En efecto, según afirman algunos científicos, los hombres de Neandertal tenían cuerpos anchos y cortos (y también caras parecidas a la de Arnold Schwarzenegger) lo que les permitía aguantar más fácilmente que otros las inclemencias del tiempo, en particular el gran frío que hacía en la época de la glaciación.

Como vivieron en una época en que el alimento era escaso, el contar con buenas bodegas corporales para la grasa se constituía en un importantísimo activo, no un mal. Es muy posible que, entonces, la belleza se viera en función del índice de masa corporal de las personas. “¡Ay, que gorda más linda aquella del fondo!”, pudo ser una expresión típica entre los machos. También así lo considera Fernando Botero.

En los tiempos bíblicos, y aun en el Medievo, la gula fue mal vista y declarada pecado capital, pues no solo era muestra de pobre control sobre nuestros deseos, sino porque aparejaba un desperdicio de bienes escasísimos.

Fue básicamente la eficiencia que aportó al mundo la Revolución Industrial la que trajo las cantidades de comida y vestido con que hoy contamos. Y con ella, la gula, la inactividad y también parte de la creciente gordura.

El autor es economista y escritor.