La Caja es del pueblo, no de los sindicatos

Una especie de “realeza médica” ha hecho “clavos de oro” con la CCSS

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Don Nelson Saint Hilaire, médico anestesiólogo, da la oportunidad a este cristiano de a pie, que no tiene sangre azul, de comentar las alusiones que de manera directa nos hizo en su artículo “La marca de tarjeta de Albino Vargas”, el pasado sábado 6 de abril.

No hay mayor causa que defender en estos momentos de la historia nacional, que la de preservar para las generaciones venideras la existencia de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), la más importante institución pública del país. Para la generación presente, la Caja es la vida misma, como lo será para las futuras. Todavía no hemos sido lo suficientemente justos con aquellos costarricenses que la visionaron hace siete décadas; sin embargo, luchar por ella es la mejor forma de honrar tan gigantesco legado, insólito en la vida latinoamericana y quizas más allá.

La Caja es del pueblo trabajador. La Caja no es de los sindicatos. La Caja ha estado secuestrada por intereses corporativos de corte gremialista, tanto internos como externos. La reacción del ilustrado galeno don Nelson Saint Hilaire es típica ante lo que hicimos: romper un tema tabú en nuestra sociedad, hablar de la naturaleza de los desafíos para salvar a la Caja, incluyendo los correspondientes al gremio médico.

Provocamos una especie de “conmoción política” en el mundillo sindical del país, de cortísima visión estrategica por cierto (con las honrosas excepciones de rigor) por haber sido participes del proceso multisectorial Diez medidas para comenzar a ordenar la Caja , pero, afortunadamente, aún estamos sorprendidos del impacto que causamos en amplísimos sectores de la sociedad y, especialmente, en el seno de importantes grupos de la clase trabajadora.

Tenemos profundo respeto por el honorable cuerpo médico nacional. Somos enemigos de las generalizaciones, por lo general, injustas y totalitarias. Pero sí hay que reconocer que en el país hay una especie de “realeza médica” que ha hecho “clavos de oro” con la seguridad social. Nos parece que la envergadura del problema de la Caja no merece ser rebajado a la circunstancia de una “marca de tarjeta”; sin embargo, no debería haber discriminación en cuanto a controles de asistencia que se establecen en una relación de trabajo asalariado, mucho menos en una entidad de la cual dependen miles de personas a diario.

Indudablemente, los problemas de la Caja no son responsabilidad única del gremio médico. Lo que sí hemos afirmado es que en el seno de esta y en la base de todos sus problemas, hay tres conflictos de interés que la tienen postrada:

1) El conflicto entre el interés público y los intereses político-partidistas; 2) El conflicto entre el interes público y los intereses mercantiles de quienes hacen jugoso negocio con la salud (o más bien, con la enfermedad) de las personas; 3) El conflicto existente entre el interés público y el interés gremial.

A partir de tal diagnóstico, hemos lanzado la indicada propuesta. Es injusto que se pretenda minimizar al máximo este gran esfuerzo multisectorial, poniéndolo como un asunto de un individuo. Las Diez medidas para comenzar a ordenar la Caja han sido construidas con el aporte de entidades tan serias como cooperativas de gran peso en la economía social del país: Coopealianza, Coopeagri, Coopesantos, Coopetarrazú; con entidades nacionales de agricultores como Upanacional y Upiav; como el importante gremio Sindicato Nacional de Enfermería (Sinae); entre otras entidades de la sociedad civil que, de un modo u otro, tienen plena claridad de lo que se juega para el país en este asunto de la Caja. Igualmente, la calidad de los aportes individuales de especialistas en la materia, sin cobrar un solo centavo, han sido extraordinarios.

Las Diez medidas para comenzar a ordenar la Caja no es “la” propuesta. Se trata de un esfuerzo transparente, bien intencionado, profesional e impregnado de profunda solidaridad. Sabemos de otras propuestas igualmente sanas.

Por ejemplo, no es posible que el país siga careciendo de especialistas en el más amplio quehacer del saber científico de la Medicina, solamente porque la formación de estos está controlada por intereses corporativos de cortísimo plazo y de gran cálculo financiero individualista. El país tiene que retomar el control de la formación de los especialistas y sacarlo del ámbito de influencia gremial. Que esto ha sido un tema tabú, ¡claro que sí!; y que lo respalde un sindicato, pues sí, suena a herejía. Ni modo. La Caja es un asunto nacional, de todos, del pueblo... y de los gremios también.

Con gusto, invitamos al Dr. Saint Hilaire a tomarnos un café, a que conozca a cada costarricense de este proceso. Finalmente, le indicamos que, aunque nosotros no marcamos tarjeta, sí firmamos todos los días un registro de asistencia, a la entrada y a la salida. Nuestra presencia en el trabajo no es fantasmal.