Jorge Debravo aún me emociona

La obra del poeta turrialbeño asombra, como si hubiera sido producida recientemente

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Se acerca el 31 de enero, día en que se conmemora el nacimiento del poeta Jorge Debravo, quien nos dejó en 1967, con apenas 29 años. Su nacimiento lo singulariza el Día Nacional de la Poesía.

Cuando Debravo murió, yo apenas caminaba, pero en la época colegial su obra me marcó para toda la vida. Hay libros que parecen renovarse y hablar con vigencia a pesar del paso de los años. Me sucede con Debravo.

He leído su obra quizás decenas de veces, pero de repente, un poema suyo me conmueve, me alerta o me asombra, como si hubiera sido escrito unas horas antes: “Podrías darles lecciones a los curas / recordarles lo que es el cristianismo, / cambiarles el cerebro a algunos tipos: / a los políticos / y a algunos dictadores presumidos…”, escribió en “Consejos para Cristo al comenzar el año”, poema fechado en 1960.

Tal vez por eso sigue siendo el poeta costarricense más referenciado por intelectuales, académicos, artistas y hasta en discursos de presidentes y políticos. Se reproducen sus poesías, una estrofa o alguna frase en particular que se ha vuelto célebre. De “Hombre” (1964), son los versos “Soy hombre, es decir / animal con palabras / y exijo, por lo tanto, que me dejen usarlas…”.

Sé que el “hubiera” no existe, y es banal toda elucubración, pero cuánto habría dado por tenerlo más tiempo, haber leído sus trabajos de la edad madura cuando la mayoría de los literatos producen lo más valioso de sus creaciones y nos dejan un mayor legado.

No lo conocí personalmente, pero hace unas dos décadas tuve la ventura de conocer a sus padres, don Joaquín y doña Cristina, un día casual y mágico. Toqué a la puerta de su casa en Guayabo, Turrialba, y como si fuésemos parientes queridos, nos abrieron sus brazos a mí y a mi familia, como relaté en el artículo “De tales padres, tal Debravo”, publicado el 2 de febrero del 2021 en el Semanario Universidad.

Destilaban bondad, humildad, cariño, y conservaban dos retratos del poeta que no pude dejar de mirar durante el tiempo que estuve en su casa.

La mejor forma de analizar la poesía de Jorge Debravo es conociendo lo que él escribió de ella, por ejemplo, en Antología mayor, de 1986, dice: “Nunca he sabido qué es la poesía. Se me parece a Dios. La intuyo cuando se acerca. Después no sé si se fue, o si la dejé amarrada en la palabra... No me gustan los poetas ininteligibles. Se los medita durante horas y no se los entiende... Lo que sé de cierto es que la poesía debe gustar al hombre. Y que el gusto del hombre evoluciona… La poesía es una forma de crecer y madurar, una manera de vivir... Me une al corazón de los que duermen, al corazón de los que nacen, al corazón de los que mueren... Mi poesía es una manera de creer en el futuro, de confiar en el futuro, de crear el futuro”.

Jorge Debravo fue un escritor comprometido con la realidad y los problemas de su tiempo, la injusticia en todas sus formas y la realización del ser humano, propósitos aún vigentes.

En buena hora la Editorial Costa Rica reunió su trabajo en el libro Obra poética de Jorge Debravo. Espero que sea parte de la malla curricular en los colegios e influya en los estudiantes como en mí y tantas otras generaciones anteriores.

Su poesía social, amorosa, política y existencial muestra su profundo humanismo en el empleo diáfano y sonoro de la palabra. Una poesía para la totalidad, para llevar en el bolsillo, colgarla en la puerta, tenerla en la mesita de noche y repasarla como pan cotidiano o la cena diaria.

vchacon.cr@gmail.com

El autor es economista.