Indignados y energúmenos

Hechos recientes nos hablan de una Costa Rica que cambió para mal

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Indignados estamos por la inseguridad y los niveles crecientes de violencia en nuestro país, en donde no solo ha aumentado la percepción de esta por su incremento de nivel, como dice el ministro de Seguridad, sino porque es real el aumento en su frecuencia. Los energúmenos despiadados que llevan a cabo estos hechos a sangre fría, ejecutando a un joven porque pita en su carro, asesinando a hermanas trabajadoras o una niña inocente para violarla, nos hablan de una Costa Rica que cambió para mal.

Indignados estamos porque en nuestro país la educación secundaria se estancó en los últimos 25 años, sin que se hicieran ajustes a tiempo, y el resultado es que solo un 38% de los estudiantes que ingresan a primaria se gradúan en bachillerato; que se acumulara un déficit en infraestructura de $1.000 millones ( 3% PIB) y que se gradúen 10.000 educadores al año de más de 50 universidades, de los cuales solo 3.000 proceden de alguna universidad acreditada, que garantice la calidad de los programas de formación.

Indignados estamos porque las personas adolescentes y jóvenes (10 a 25 años), que representan el 30% de la población, tienen una pésima cobertura del sistema en salud, siendo que de 10 a 18 años la cobertura de la CCSS es de solo el 29% y se desatienden necesidades crecientes de alta complejidad (enfermedades crónicas, violencia, drogadicción, incluido consumo alcohol y tabaco, embarazo y maternidad y paternidad adolescente, VIH/SIDA, depresión y suicidio, accidentes, trastornos crecimiento y desarrollo, entre otros).

Desempleo y explotación. Indignados estamos porque para la población joven entre 15 y 24 años, la tasa de desempleo es cercana al 14%, prácticamente el doble de la general y un 15% de dicha población no estudia ni trabaja.

Indignados estamos porque entre los/as jóvenes ocupados/as, tan solo la mitad está empleada con seguridad social en salud y pensiones, reforzado por la modalidad en aumento de contratación por servicios profesionales, que exime a los patronos de cargas sociales, afectando los ingresos de los empleados jóvenes, al tener que asumir un seguro ( trabajador independiente) sin contraparte patronal.

Esta combinación de factores crea una especial vulnerabilidad, ocasionada por las dificultades que enfrentan los jóvenes para ingresar en el mercado de trabajo, fundamentalmente por su falta de experiencia, aunado a que los trabajadores jóvenes son los primeros en riesgo de perder sus empleos ya que sale más barato despedir gente nueva y no sacrificar capital humano experimentado.

Indignados estamos por el manejo que se ha hecho de las finanzas de la CCSS, que ha puesto en riesgo la sostenibilidad del sistema. Aquí ha habido de todo, desde políticos corruptos usufructuando de la institución hasta evasores privados que no son detenidos, y un Estado que debe 421.276 millones de colones.

Sin duda la seguridad social es un bastión de nuestra democracia pero que enfrenta intereses que atentan intencionalmente contra ella.

Indignados estamos porque, a pesar de la evidencia, no pareciera entenderse que la narcoviolencia es una consecuencia directa de la desigualdad social, la cual en nuestro país continúa aumentando y que, si esto no es atendido con políticas públicas efectivas y dinámicas, será una pelea que también se perderá.

Son demasiados los retos que merecen una atención urgente, en donde todos los sectores tienen una responsabilidad para enfrentarlos patriótica y democráticamente, idealmente liderados por un Gobierno sensible y consciente, ante una sociedad civil indignada que exige respuestas y que esta en capacidad de reaccionar.