Hasta pronto, Monsieur

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El 26 de junio, el Liceo Franco-Costarricense perdió a uno de sus más grandes mentores, integrante del grupo de profesores, padres de familia, personal administrativo y estudiantes que, en los últimos cuarenta años, han impulsado un proyecto educativo muy original.

“El Franco”, como lo llamamos con cariño, es el fruto de un acuerdo suscrito entre los Gobiernos de Francia y Costa Rica en 1968. Dicho acuerdo pretendió crear un colegio bicultural, con igual peso histórico y cultural de ambos países .

Desde su llegada en 1977, Gilles Lestruhaut ingresó al mundo del Liceo, al cual dedicó su vida como educador y padre de familia, y no se separó de él, sino hasta que sus fuerzas se lo impidieron.

Todos compartimos los recuerdos de Gilles corriendo de un lado a otro en nuestras kermesses (ferias), repartiendo banderas en los desfiles del 15 de setiembre, sonriendo ante excusas de llegadas tardías, siendo un motor incansable de la tradicional Fiesta de la Música. Era el alma del Franco.

Entre los cientos de pésames que se han escrito en las redes sociales, encontramos a las primeras generaciones del colegio, contando sobre su dedicación e interés como profesor. Basta con leer las historias divulgadas para dar cuenta de su entrega, más allá de lo meramente profesional. Así, recordamos, cuando fue a buscar arena para los juegos infantiles de preescolar, fuera de la capital, en un fin de semana.

Guía firme. Pero, ante todo, él siempre estuvo siguiendo nuestros pasos, era el único que nos conocía por nombre y apellido, guiándonos en medio de nuestra inexperiencia, testarudez e ingenuidad. Justamente, esa era la esencia de nuestro querido Gilles: lograr con una mezcla de carisma, elocuencia y una sonrisa bien suya, darse a respetar profundamente con autoridad, sin autoritarismo o imposición. “Monsieur” lograba poner las cartas sobre la mesa, de tal forma que –después de la rebeldía inicial– le agradecíamos años después el habernos confrontado en una situación difícil, cuando necesitábamos un guía firme como lo era él.

Además de su carisma, sus diferentes espacios al diálogo lo acercaron por generaciones a centenares de alumnos. Siempre escuchándonos y tratando de sacar lo mejor de nuestras ideas, por más descabelladas que parecieran al principio.

Las generaciones de las últimas tres décadas no logramos imaginar el “Franco“ sin él. Sin embargo, Gilles no construyó ese proyecto solo. Su dedicación impregnó a muchos, que sin duda lucharán por mantenerlo siguiendo sus valores tradicionales : la solidaridad, biculturalidad, respeto y tolerancia.

Gilles dejó una huella imborrable en esta no solo importante institución para nosotros, sino única en el país y en Latinoamérica. Desde 1968, acerca a muchos costarricenses, de diferente origen social, con una nación, en apariencia lejana geográfica y culturalmente, con la que hay mucho que compartir.

Probablemente haya personas más cercanas a la obra de Gilles, pero al no agradecerle nunca en vida, quiero rendirle un homenaje, en nombre de todos aquellos para los que sus consejos tuvieron un gran impacto en nuestras decisiones a la vez como estudiantes y personas.

Frente a las transiciones y dificultades que ha tenido el colegio en los últimos años, el deber para con nuestro Director General es honrar su memoria luchando por la continuidad y el desarrollo de nuestro Franco.

En cuanto a Gilles, no le vamos a decir adiós, sino “hasta pronto, Monsieur”.