Hacia una nueva estrategia energética nacional

Queremos lograr un consenso para una estrategia energética novedosa

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Aunque habría querido estar en Costa Rica para la visita del presidente Obama, debí estar en Aruba. En esa isla, con mis colegas del Carbon War Room , trabajamos con el Gobierno en un plan energético para eliminar el uso del 100% de combustibles fósiles al año 2020. El Gobierno de Aruba entiende lo que pasa en el mundo de la energía y del medio ambiente, y por eso apuesta valientemente por las energías renovables.

En Costa Rica, necesitamos un esfuerzo serio, parecido al de Aruba, que le produzca al país una nueva política energética basada en energías renovables a precios competitivos. Mientras no hagamos eso, seguiremos con ideas sueltas. Menciono tres para no abrumar.

El gas natural se plantea como una opción para sustituir el diésel y búnker en las plantas térmicas de Moín y Garabito. El actual Ministro de Ambiente y Energía, René Castro, apuesta por importarlo, y el exministro Roberto Dobles apuesta por encontrarlo en nuestro territorio y explotarlo. Sin duda alguna, la tarea de disminuir los costos de la energía apremia. Además, sustituir búnker por gas reduce las emisiones de carbono en casi un 50%. Pero no todo lo que brilla es oro. Mientras que la conversión a gas de estas plantas podría pagarse en corto tiempo, no se considera el costo de transportar el gas desde la costa Atlántica adonde se importa, hasta el Pacífico donde se ubica Garabito.

Tenemos capacidad para generar 865 MW a partir de geotermia, de los cuales 301 MW se encuentran en nuestros parques nacionales de Guanacaste.

Comparado con las plantas geotérmicas existentes, hoy existen tecnologías muy superiores y mucho menos invasivas del ambiente. Se podría implementar la idea que algunos compatriotas han tenido, de llegar a un acuerdo entre el ICE y el Sistema Nacional de Parques para que el ICE le pague un canon al Sistema de Parques Nacionales, por cada Kwh producido en sus áreas. Así, el Sistema de Parques Nacionales aumentaría sus entradas de manera permanente para invertir más en el mantenimiento de los parques. Sin embargo, nos cuesta demasiado ponernos de acuerdo en medidas simples y sensatas como estas, con las que todos ganaríamos.

El sector privado de capital costarricense está deseoso de invertir en nuevas fuentes de generación renovable. Prueba de ello son las 28 empresas que concursaron para venderle al ICE energía eólica e hidroeléctrica. En total, se ofrecieron 360 MW y solamente se admitieron 140 MW, producto de las restricciones legales que no permiten aprovechar todo el potencial. Las cooperativas nacionales, que podrían ampliar sus actividades en este campo de manera importante, tampoco tienen espacio para crecer. Ni se diga del ICE, cuya capacidad se ha diezmado a lo largo de los últimos años con un conjunto de medidas que limitan a la institución que tanto le ha dado a la patria.

Mientras tanto, en la Asamblea Legislativa, donde abundan los proyectos de ley relacionados con el sector energético, ha imperado la incapacidad de concertar un proyecto único que se convierta en ley de la República.

Ahora bien, como no hicimos la tarea a tiempo, se nos ocurre a los centroamericanos pedirle al presidente Obama gas natural para nuestra región, a precios del mercado interno norteamericano. ¡Pero el Gobierno de los Estados Unidos no es dueño del gas, ni lo explota!

Además, ese país no podrá exportar gas antes del 2018 en el mejor de los casos, porque primero debe satisfacer su propia demanda y luego, si le sobra gas, construir infraestructura con valor de miles de millones de dólares para exportarlo. ¿Qué habrá pensado el presidente Obama ante tal petición?

Conviene una dosis de “ubicatex”: necesitamos ubicarnos y hacer nuestra tarea, en lugar de pedir lo que no pueden darnos. Además de los tres puntos mencionados arriba, cuya resolución significaría un alivio para el bolsillo de los costarricenses cada vez que van a pagar el recibo de la energía que consumimos, podemos emprender las siguientes tres tareas.

1. Lancemos un programa integrado de administración de la demanda, que vaya más allá del ahorro energético, poniendo como meta la disminución de al menos un 10% del consumo pico, lo que nos ahorraría los altos costos de producción con plantas térmicas y permitiría mayor estabilidad en los niveles de los embalses, con el respectivo beneficio para hogares, comercios e industrias.

2. Como mencionamos en el primer informe de Vía Costarricense-Proyecto País, Costa Rica tiene todo para convertirse en potencia de biocombustibles de segunda generación que no compitan con productos de consumo humano. Distintas empresas han demostrado que hay capacidad suficiente para su uso en el sector de transporte público. ¿Por qué Recope no ofrece un contrato abierto para la compra de biocombustibles producidos en el país con normas de calidad internacionales, equiparando el precio al del petróleo que importa?

3. Debemos incrementar sustancialmente la instalación de equipos de generación solar a lo largo de todo el país, convirtiendo todos los techos en pequeñas fuentes de energía limpia. El proyecto Generación Distribuida del ICE tenía como meta instalar al día de hoy 5 MW y apenas se ha llegado a 0,33 MW. Sin embargo, el país cuenta con un numero creciente de empresas que se dedican a la importación e instalación de esta tecnología, con muchos casos exitosos en lo técnico y lo financiero. ¿Porqué no impulsamos un programa nacional para masificar la generación descentralizada, financiando a las empresas que se dediquen a esta tarea con parte de los casi $400 millones destinados por ley a la banca de desarrollo? Estos recursos permanecen guardados y sin utilizarse cinco años después de aprobada la ley que los creó.

En Vía Costarricense-Proyecto País estamos preparados para analizar seriamente estas iniciativas y reiteramos el compromiso de trabajar con otros grupos que han estudiado estos asuntos. Queremos alcanzar un consenso nacional que produzca una estrategia energética novedosa pero realista y que nos convenga a todos.