Habilidades blandas para el mundo laboral

Antes de ser un buen profesional es indispensable ser una buena persona

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No siempre los mejores estudiantes de secundaria resultan ser los profesionales más exitosos, ni tampoco son a quienes les va mejor en su vida personal. Puedo testificar en primera persona que, a menudo, quienes de alguna manera son menospreciados por cierta característica en apariencia desventajosa, logran posteriormente muy buenos resultados como consecuencia precisamente de esas peculiaridades que los distinguían en la juventud.

La individualidad tiene un precio, pero también una recompensa, depende en mucho cómo se gestione y se acompañe de la perseverancia en la consecución de los objetivos propuestos.

Los paradigmas sociales y laborales evolucionan como todo, esos cambios son naturales y obedecen a las necesidades del entorno. Años atrás era común que todo estudiante creyera, y no sin razón, que todo lo que necesitaría para trabajar sería provisto por la universidad o la escuela técnica, y que, con estudiar al máximo y obtener buenos promedios, el éxito estaría prácticamente a la vuelta de la esquina. Sin embargo el mundo profesional cambió y actualmente se está demandando una nueva categoría de competencias y recursos que raramente se imparten en la educación formal.

Se trata de las habilidades blandas o soft skills, que se definen como aquellas vinculadas con la capacidad del profesional para relacionarse con otros, comunicar, compartir información, liderar o conducir, motivar, escuchar y empatizar, trabajar colaborativamente y en red, y para influir en los demás.

El conocimiento técnico está disponible y cambia vertiginosamente todos los días. En cambio, las habilidades interpersonales son eternas y constantes en todas las culturas, pero muy difíciles de adquirir, y eso las hace muy codiciadas en las organizaciones para efectos de los procesos de reclutamiento.

Combinación adecuada. Cuando una persona empieza a trabajar es, principalmente, un productor individual, y en esa instancia las habilidades duras son esenciales, pero a medida que empieza a interactuar con otros y a colaborar o gestionar el trabajo de pares o subordinados, las competencias blandas se hacen esenciales.

Por eso, el desafío es encontrar la combinación adecuada entre lo técnico y lo blando para orquestar las relaciones interpersonales que potencian los conocimientos que la empresa posee y puede ofrecer en sus productos o servicios. Difícilmente se puede lograr un gran desarrollo profesional sin contar con habilidades blandas, asegura Pablo Heinig, profesor de Esade Business School de Buenos Aires.

Estas capacidades son muy valiosas porque nos ayudan a movernos en la incertidumbre y crear, ante cada nuevo acontecimiento, un repertorio de acciones que acortan la brecha entre nuestros deseos y los resultados que obtenemos. Nos permiten crear nuestras propias respuestas, ante situaciones que no están en el manual, agrega Heinig.

En los últimos años, las habilidades blandas tomaron mayor vigencia debido a la creciente tendencia de las empresas al trabajo interdisciplinario y sinérgico entre áreas.

También adquirieron importancia porque se las identifica como el factor que determina aquello qué se hace con las habilidades duras. Es así como el trabajo en equipo facilita que la persona se desempeñe de manera colaborativa con sus colegas. La creatividad es necesaria tanto para proponer nuevas ideas, como para buscar soluciones ingeniosas a problemas propuestos. El liderazgo es la capacidad para dirigir a sus iguales y tener habilidad para comunicar sus ideas eficazmente.

El pensamiento crítico permite procesar información, sacar conclusiones y tomar decisiones. De hecho, los ejecutivos en una compañía rara vez fracasan porque no saben una fórmula o fallan en un cálculo financiero, sino porque no saben delegar, compartir información, motivar a sus equipos, influir o persuadir a sus compañeros de labor, todas estas cuestiones vinculadas a la personalidad del gerente o de quien toma las decisiones.

De ahí que una mayor inteligencia lógico-matemática o un grado académico superior de hard skill no es sinónimo, ni garantía de éxito en la gestión.

En la práctica. Algunas actividades, por supuesto, requieren con mayor vigor la presencia de las soft skills, como por ejemplo las comerciales o todas aquellas que estén caracterizadas por el contacto personal. En contraposición, están aquellas donde el contacto personal es mínimo, como sucede con los desarrolladores de tecnología, y en las que el cumplimiento de los objetivos está sujeto a habilidades duras. Aunque para las personas con perfiles muy técnicos las habilidades blandas sean insignificantes, equiparables a ser simpático o tener tema de conversación en una fiesta, contar con ellas es vital a medida que se avanza en la carrera.

¿Qué habilidades blandas cotizan mejor en el competitivo mundo laboral? Los especialistas tienen diferentes opiniones. Heinig menciona la capacidad para enfrentar lo imprevisible, las relacionadas con la escucha, el habla y la gestión de la emocionalidad.

Mathías Ghidini señala la flexibilidad, la tolerancia a la incertidumbre, la capacidad de enredamiento (de formar redes y equipos de trabajo), el espíritu para emprender ( Intrapreneurship ) y la habilidad de aprendizaje.

Patricia Ortiz, de Talent Acquisition Leadership & Development Manager para Siemens, rescata la empatía, la tolerancia a la diversidad, la creatividad y la inteligencia interpersonal, así como el poder transmitir el saber.

No es posible encapsular toda la gama de competencias o habilidades blandas posibles, pero sí es necesario tomar conciencia de que antes de ser un buen profesional es indispensable ser una buena persona, no solo por un imperativo moral, sino también como un requisito laboral.

El autor es abogado.