Ganó Venezuela

Lo que pasó este domingo 6 de diciembre no solo es histórico; sino también heroico

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Imaginemos que la Selección Nacional de Fútbol de Costa Rica se juega un partido crucial, pero en circunstancias muy difíciles: con la FIFA en contra, con los reglamentos en contra y con el cuarteto arbitral en contra. En tanto, los medios de comunicación han sido ocupados, únicamente, por los voceros del equipo adversario. Todo apunta a la derrota y, sin embargo, la “Sele” gana por goleada. Emocionante, ¿verdad? Victoria heroica, ¿verdad?

Esto fue lo que sucedió en Venezuela el domingo 6 de diciembre: el pueblo venezolano, agrupado bajo la bandera de la Mesa de la Unidad Democrática, asistió ese día a un “partido” crucial para su democracia: elegir la Asamblea Nacional que determinará el futuro de este gran país por los próximos años. Pero, desde mucho antes del día de las elecciones, la situación del pueblo venezolano era desventajosa.

Tenía al Ejecutivo en contra, al Poder Judicial en contra, a la Asamblea Nacional en contra, al Tribunal Electoral en contra, al Ejército bajo control de la dictadura, una milicia de 120.000 hombres armados en contra, a los “moteros” amenazándolos en las filas de votación, las leyes electorales diseñadas para favorecer a la dictadura chavista, los únicos observadores acreditados amigos de la dictadura, algunos de sus principales dirigentes encarcelados y los medios de comunicación copados totalmente –unos por vocación y otros obligados– por los voceros de la dictadura.

Y, sin embargo, el pueblo de Venezuela obtuvo un triunfo histórico, contundente, apabullante; la dictadura se llevó una “leñateada” de votos libres, de hombres y mujeres que hicieron fila hasta por cinco horas para depositar su voto, amenazados, angustiados, pero valerosos. Tenían miedo y lo vencieron, tenían una dictadura encima y se la sacudieron.

Este es un inmenso paso en una larga travesía: con mayoría calificada podrán hacer mucho más que revertir algunas de las leyes del complejo sistema legal que ha montado la dictadura durante 17 años de control absoluto del Parlamento.

Pero el cambio ya se dio: el pueblo de Venezuela derrotó a la dictadura por el único resquicio que la dictadura dejó abierto: las urnas.

Como el chavismo siempre negó ser una dictadura asegurando que es un régimen legítimo surgido de las urnas, cayó en su propia trampa.

Para mantener su ficción de “gobierno democrático” debió dejar las urnas abiertas y cuando vio la avalancha de votos en contra intentó el fraude, pero el Ejército se negó a permitirlo.

Lo que pasó en Venezuela este 6 de diciembre no solo es histórico; es heroico; más allá de todo, el pueblo venezolano dijo basta y cayeron, de uno en uno, el ventajismo, la arbitrariedad, la persecución, el encarcelamiento, la propaganda oficialista, la amenaza cotidiana y hasta el asesinato de opositores.

Haber estado presente en la celebración con un pueblo que decidió volver a ser libre es emocionante hasta las lágrimas.

El autor es diputado por el Partido Unidad Social Cristiana.