Foro: ¿Y si el turismo fuera política de Estado?

Mientras se debate sobre acciones estratégicas para reactivar la economía, nos quedamos rezagados con respecto a otros destinos.

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En Costa Rica, somos late adopters. Un claro ejemplo es que, mientras se debate sobre acciones estratégicas para reactivar la economía, nos quedamos rezagados con respecto a otros destinos que comprendieron que el turismo es el camino a seguir.

Las cifras lo respaldan. Nada supera al turismo en cobertura nacional y en generación de empleo y divisas. Es la única industria que llega hasta donde ninguna otra lo hace, dinamiza las economías, brinda oportunidades laborales, principalmente, en las zonas deprimidas, es una palanca para la inversión, pero, sobre todo, promueve el progreso social de los habitantes.

Después de participar como expositor en el Foro Movamos Costa Rica: Ideas que Sí Construyen, organizado por La Nación, donde se analizó la infraestructura y cómo mejorar la competitividad en la búsqueda de la anhelada reactivación económica, desde luego, el turismo fue mi tema prioritario.

Costa Rica tiene espacio para crecer, áreas por desarrollar, destinos por consolidar y zonas por descubrir, pero son indispensables la visión estratégica y la voluntad política.

Visión. Una decisión basada en prestar atención “a obras más urgentes” frenó de golpe el aeropuerto internacional metropolitano de Orotina, proyecto que trascendía gobiernos y cuya ejecución demandaba el compromiso de las futuras administraciones. Un claro ejemplo de verdadera política de Estado, pero está guardado en una gaveta.

De igual forma, si las excusas de las instituciones prevalecen, será imposible promover la inversión hotelera como ocurrió con el Polo Turístico Golfo de Papagayo, el cual la mala gestión del agua y la falta de inversión, aun existiendo los recursos, lo paralizaron durante casi una década.

Existen los convenios, decenas de ellos anunciados en las administraciones anteriores, pero urge pasar del papel a materializar los planes, entre los cuales se encuentran la red de atracaderos turísticos para enlazar puntos estratégicos de las costas, facilitar el traslado de los turistas y brindar condiciones más favorables y seguras. ¿Habrá que esperar a que suceda un accidente y que continuemos siendo objeto de alerta para las embajadas internacionales?

A lo anterior, deben sumarse los convenios para mejorar las instalaciones portuarias y las áreas silvestres protegidas, pero no son noticia hasta que haya una gira presidencial o como reacción ante la crítica; sin embargo, ya basta de anuncios; es hora de ver las obras.

Asimismo, años atrás, se pensó en crear una red vial para facilitar la actividad agrícola; sin embargo, aunque el turismo es motor de la economía, además del rezago en la construcción de carreteras y caminos, la deuda se extiende a los aeropuertos locales y, pese a que la administración anterior realizó la inversión más grande de la historia para mejorarlos, aún queda mucho trabajo por hacer.

Norte claro. La infraestructura hace posible el desarrollo turístico, lo vimos con el Centro de Convenciones, obra construida en tiempo y al costo previstos, que ha sido punta de lanza para impulsar la industria de reuniones y de inversión inmobiliaria turística. Además, ejemplo de como, con voluntad y persistencia, se logran los propósitos.

Esa visión es la que se necesita para realizar acciones urgentes, identificadas y necesarias para transformar el progreso social de los destinos turísticos.

Ciertamente, apremia la claridad en la visión, los proyectos, las acciones y en la estrategia a seguir. Es hora de avanzar, de evitar la parálisis por análisis y pasar de acciones aisladas a convertir el turismo en política de Estado, en la cual se articulen las diferentes instituciones en aras de encaminar la reactivación económica.

El autor es exministro de Turismo.