Foro: Problemas evidentes del sistema educativo

Empecemos por analizar el significado del uniforme y la Fiesta de la Alegría, ambos debidamente instituidos.

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A todos nos concierne la introducción de la ideología de género, las pruebas FARO o las compras millonarias de drones. Pero me cuestiono, sin negar la relevancia de lo anteriormente planteado: ¿Son esos los problemas más graves que enfrenta la educación?

Hay asuntos escondidos que es necesario ver. La educación es de suma importancia social, económica y personal. Armoniza la convivencia social y nos adapta mejor a la sociedad. También, como muestran modelos económicos, es un factor crucial en el crecimiento económico.

Más allá de los fines instrumentales, la educación es una herramienta emancipadora y de realización. Es una capacidad, siguiendo a Amartya Sen, que nos abre oportunidades y permite libertades. Es parte fundamental de la configuración de nuestra propia persona. Y, en las aulas, donde se gesta esa educación, pasamos una gran parte de nuestras vidas.

Reconociendo su trascendencia desde todos los ángulos para la sociedad, y el objetivo central de la sociedad como el ser humano, el propósito educativo debería ser el ser humano mismo, su vida y su realización. Tomando esta concepción, encuentro los problemas más evidentes de nuestro sistema educativo.

Protagonista. ¿Son los estudiantes receptores pasivos del conocimiento, sin ningún papel fundamental que desempeñar en el proceso? No lo creo así. Son actores y protagonistas del aprendizaje.

En Japón, uno de los países con los mejores sistemas educativos, los profesores dicen a los estudiantes “hagamos clase”, no el “dar clase” que acostumbramos oír en Costa Rica.

Otra situación particularmente interesante se encuentra en la vestimenta: se llama “uniforme”. ¿Cuál es el objetivo de la educación: contribuir al desarrollo del estudiante o nada más “uniformizarlo”?

Lamentablemente, los dos ejemplos citados parecen sugerir lo segundo en nuestro país. Y parece que los estudiantes lo comprenden de esa manera. Aquello que debería ser su impulso y guía, suele ser visto por el estudiantado como algo completamente negativo y adverso.

Motivo de regocijo. La prueba más contundente al respecto es el nombre dado a la salida de clases: Fiesta de la Alegría. Dejar el sistema educativo, aunque sea temporalmente, les significa regocijo. Creo que no hace falta preguntarse qué hay antes de la alegría.

Las palabras esconden un significado. A simple vista, no tan evidente como podría pensarse. Me parecen más graves estas problemáticas ocultas y de tan larga vida que aquellas en torno al discurso de hoy.

Hay que devolverle a la educación su propósito; al estudiante, su motivación; y al docente, su dignidad. Sin estas tres condiciones, el sistema seguirá alienado.

jorgeandresrodriguezsoto@gmail.com

El autor es escritor e investigador científico independiente.