Foro: O soltamos amarras o naufragamos todos

¿Qué experiencia tienen el presidente, los ministros y demás funcionarios en pandemias? Ninguna.

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Nadie puede predecir el comportamiento de la covid-19 ni los daños a mediano y largo plazo en los asintomáticos y los gravemente afectados.

Tampoco es posible poner fecha al fin de la pandemia ni a los “aplanamientos” ni a los rebrotes. Asimismo, no sabemos cuál será la eficacia de las vacunas y los tratamientos que, a ritmo de tambor, se están creando.

En cambio, podemos decir lo que sucederá si en unas semanas los ingresos y las ayudas son insuficientes para afrontar las obligaciones básicas o comprar alimentos.

La labor de los funcionarios de Salud es encomiable, un orgullo, digna de resaltar. Pero zapatero a tus zapatos. No sería lógico que la atención de paciente afectados, la compra de equipos, el acondicionamiento de espacios y otras acciones relacionadas con la pandemia las definan comerciantes o industriales.

Sin embargo, el ministro de Salud toma la decisión de cerrar la totalidad de los locales comerciales. ¿Será consciente del riesgo para la salud y la economía? ¿Por qué trata a todos como iguales si muchos cuentan con condiciones para atender sin riesgo de transmisión a sus clientes?

¿No es cierto que cada enfermo de covid-19 debe ser valorado individualmente para decidir los cuidados y atenciones que requiere?

Cacao para hacer chocolate. Por más buenas intenciones del Ejecutivo y algunos diputados, es imposible mantener los servicios de Salud que presta la Caja Costarricense de Seguro Social, la seguridad ciudadana, la educación, los salarios y la ayuda social sin recursos, sin ingresos.

En este momento nadie tiene la solución para el desempleo ni para la reactivación económica. Es cansino escuchar a algunos políticos y periodistas exigir al presidente las soluciones y rutas claras para hacer frente al desempleo y la crisis que apenas se inicia.

Nadie estaba preparado para una pandemia y nadie tiene la ruta ni la solución para lo que está sucediendo. Nadie. ¿Qué experiencia tienen el presidente, los ministros, los diputados y demás funcionarios en pandemias? Ninguna.

¿Quién tiene la solución para aumentar el número de empleos? Nadie. Mas tampoco es lógico que nos traten como ignorantes. Conocemos los riesgos y cada uno debe asumir su responsabilidad. Estamos en peligro de muerte. Un “por favor no se me acerque, no me hablé de frente, utilice mascarillas, no me alce la voz” es un claro mensaje de que nos queremos y cuidamos.

Si bien es cierto que el virus en sumamente contagioso y mortífero, también lo es que guardando las medidas apropiadas se reducen los riesgos.

Partiendo del principio de que todos somos potenciales transmisores, un descuido puede cobrar la vida de nuestros seres queridos.

Acudir a expertos. Urge que las decisiones en materia comercial sean tomadas por personas con conocimiento, experiencia, creatividad y sentido común. No debe tratarse a todos por igual; debe autorizarse la prestación de servicios a los comercios y establecimientos que reúnen condiciones para brindarlos con seguridad.

Hay locales que operan prácticamente al aire libre, sin asfixiantes cerramientos laterales, con excelente ventilación e iluminación, y que, con las medidas de higiene, aforos establecidos y adecuados distanciamientos, pueden retomar sus actividades.

El riesgo de contagio en una burbuja familiar en el paseo de los Turistas, ventilados por la brisa del mar, con distancia de por lo menos tres metros entre una mesa y otra, y atendidos por una persona con mascarilla y careta, es mínimo, lo mismo en muchos otros sitios turísticos y comerciales.

El que no ha tenido que correr para comprar los insumos de sus negocios o para ajustar el pago de los salarios, de alquileres, de patentes, de seguros, de aguinaldos y otros, no entenderá lo que significa cerrar durante un día o una semana, y, menos aún, varios meses una industria, una oficina o un local comercial. Ni dimensionará el inconmensurable daño a la sociedad.

Una solución es delegar la toma de ciertas decisiones en los expertos en la materia. Nombrar una comisión local, distrital o cantonal, con funcionarios de la municipalidad, del Ministerio de Salud y las cámaras de comercio locales, para valorar y autorizar la apertura de los negocios que cumplan con los protocolos y condiciones físicas apropiadas para funcionar.

Un local cerrado, sin ventilación y sin posibilidad de colocar lavamanos a la entrada o distanciar sus mesas, es una trampa mortal, y no deben autorizarle el funcionamiento. Será más riesgoso preparar alimentos para llevar en sitios cerrados, sin la adecuada ventilación que permitir la apertura.

Los propietarios de los negocios, los empleados y los mismos clientes vigilarán el cumplimiento de los protocolos para evitar la transmisión del virus.

arturopachecocr@gmail.com

El autor es abogado y perito topógrafo.