Foro: No abandonar a nuestros embajadores del turismo

Hay dos maneras de ayudarles: llevando alivio financiero-crediticio y nutriendo un fondo humanitario

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Dirijo el Proyecto Reactivemos la Esperanza. Apoyamos a trabajadores turísticos desempleados a causa de la pandemia. Conmovido por lo que he visto, me siento obligado a levantar mi voz en solidaridad con una industria vital para el país, en la cual tanta gente trabajadora y noble vive un calvario por razones fuera de su control.

El sector encadena un archipiélago de pequeños, medianos y grandes actores de la economía, que trabajan, suman y aportan al desarrollo de Costa Rica. Son motor de enorme crecimiento y prosperidad, crean (a mares) el vehículo de la dignidad humana que es el trabajo decente. No lo perdamos de vista.

Según datos del Banco Central, el turismo representó en el 2016 el 8,2 % del PIB. A lo largo de muchas décadas, esta industria tejió una creciente sinfonía de progreso en múltiples dimensiones, que no pueden soslayarse ni tratarse con menosprecio.

1) Creó empleo en zonas rurales y costeras, de un histórico rezago. ¿Cuánto vale para una sociedad el empleo, la estabilidad y la dignidad para los hogares en las regiones dejadas más atrás? ¡Lo vale todo!

2) Por cada uno de los miles de puestos de trabajo decente otorgado se paga el 24 % a la CCSS, un 1 % al INS, un 5 % a Fodesaf, un 1,5 % al INA, un 0,5 % al IMAS e impuestos nacionales, municipales y cánones, como es el caso de los transportistas. Es decir, son un bastión para la sostenibilidad de nuestra institucionalidad.

3) Capitaliza los rasgos más bellos de nuestro pueblo: amabilidad y gentileza. Gracias al chineo que saben dar los embajadores del turismo, nos visitan de todas partes del mundo, y los turistas se van enamorados tanto de nuestras bellezas naturales como de la calidez de nuestra gente. Veta de la economía apalancada en nuestros mejores instintos.

4) Genera numerosos emprendimientos sostenibles, brinda prosperidad económica y conserva el ambiente. Gozamos de un extraordinario posicionamiento global en dicho campo, afianzado en gran medida por la pujanza del turismo. Me atrevo a decir con orgullo que ya está en el ADN costarricense.

5) A la luz del calentamiento global y sus terribles efectos dominó, sumado a las oportunidades que se perfilan tras el cambio de administración estadounidense, el tener un revitalizado y dinámico sector turístico sostenible representa un deber estratégico para el país hoy más que nunca.

Embate contra la industria. En marzo del 2020, tras la emergencia de la pandemia, se cerraron las fronteras y los aeropuertos. ¡Terror en la industria!

Se produjo una catarata de cancelaciones en las agencias de viajes, hoteles, touroperadores. El 100 % de los correos entrantes fueron disparos al corazón. El cielo se tiñó de negro. Esfuerzo, trabajo de años, disciplina, inversiones y anhelos quedaron, de golpe, destruidos. Solo sobrevivieron las deudas…

Según lo refleja el índice mensual de actividad económica, en julio, la contracción del sector turístico era un tsunámico 63,5 %. Datos del BID indican que se perdió un 70 % de las visitas previstas al país.

Regiones emblemáticas, como la Chorotega, se empobrecieron huracanadamente. La pobreza en Guanacaste, luego de haberse reducido de un 31,5 % en el 2010 a un 20,3 % en el 2019, creció un 11,4 % en el 2020, y alcanzó un lúgubre 31,7 %. Más aún, el INEC calcula que, al eliminar el efecto del apoyo gubernamental a los hogares, la pobreza en esta región subiría hasta un 37,2 %.

Detrás de cada píxel de esas crueles estadísticas, hay familias de costarricenses trabajadores esforzados, que estaban cumpliendo su deber y hoy viven en la incertidumbre y angustia.

Zozobra permanente. Semana tras semana veo y escucho historias trágicas de emprendedores y empleados desesperados, vendiendo a precios infames sus activos —busetas, cuadraciclos, tablas de surf, etc.— para tener algo de recursos y alimentar así a sus hijos durante unos días más.

Hablo de personas luchadoras, honradas, que arriesgaron su patrimonio e invirtieron su capital para levantar un negocio, prosperar en su vida, y, al hacerlo, brindaron empleo digno a muchos más.

Tristemente, luego de haber dado tanto al país, están contra las cuerdas, asfixiadas por las deudas (que quieren, pero no pueden pagar), atormentadas e inmersas en una tensión intrafamiliar radiactiva, afrontando la feroz emboscada que las despierta cada mañana: ¿Cómo hacer para que sus hijitos no pasen hambre otra vez? ¿Cómo mantener este mes el techo sobre la cabeza del cónyuge y seres amados? ¿Cómo pagar el agua, la Internet o la electricidad?

Y muy pronto, en febrero, ¿cómo harán para que los hijos sigan estudiando y no caigan en el abismo del abandono escolar por falta de los mínimos recursos? Preguntas concretas. Urgentes. Para hoy. El tiempo avanza en su contra a llamaradas.

Es el momento de unir fuerzas, cada uno desde su trinchera: empresas, academia, gobierno, líderes comunitarios.

Motivados por un sincero amor y determinación, creemos una gran alianza nacional para apoyar a nuestros embajadores del turismo, priorizando, por un lado, el alivio financiero-crediticio y, por otro, nutriendo un fondo humanitario para sostener (y ampliar) Reactivemos la Esperanza en las zonas turísticas durante los próximos ocho meses.

Con solidaridad y empatía no habrá pandemia —ni ningún otro desafío— que detenga a nuestro país.

jose.aguilar@dhecr.com

El autor es presidente de Desarrollo Humano Estratégico.