Es fundamental entender los alcances y las limitaciones de la medicina, tanto en la fase preventiva como en la curativa.
De tenerlos claros depende el éxito o fracaso de la atención de la salud y las enfermedades, tanto infecciosas como crónicas. Salvo excepciones, es muy difícil la separación de ambos conceptos, porque todo acto médico previene una situación clínica de peor pronóstico. Generalmente, la medicina preventiva es asistencial y se divide en cuatro etapas:
Primaria. Son las actividades sanitarias llevadas a cabo por la comunidad, los gobiernos locales o el personal sanitario, antes de la aparición de una enfermedad.
En otras palabras, son todas las actuaciones efectuadas en personas sanas, y comprende la promoción de la salud, como el acceso a agua potable, saneamiento y la prescripción de medicamentos para prevenir enfermedades.
Secundaria. Es conocida también como “diagnóstico precoz cribado” o cribado poblacional; su propósito es la detección y tratamiento de la enfermedad a través de estudios tempranos, y su éxito tiene costos asistenciales inferiores.
Terciaria. Es un conjunto de actuaciones médicas encaminadas a prevenir complicaciones y secuelas de una enfermedad ya establecida.
Ejemplos clásicos son la atención de la hipertensión arterial y el tratamiento para evitar derrames cerebrales o ataques cardíacos.
Cuaternaria. Es el conjunto de actividades sanitarias que atenúan o evitan las consecuencias de las intervenciones innecesarias o excesivas del sistema sanitario.
La medicina preventiva se concentra en el riesgo de adquirir una enfermedad, mientras la medicina curativa atiende a quienes ya la padecen.
Éxito inicial. En el marco de la actual pandemia, el éxito en la primera ola se enfocó en la atención primaria o la medicina preventiva; el acceso a agua limpia o potable —con cloro y sin contaminación fecal— para la higiene personal y el lavado adecuado de manos con agua y jabón.
Las medidas resultaron esenciales para evitar infecciones por covid-19. Además de los cambios de conducta que alteran las condiciones sociales y mejoran el sistema inmunitario de las personas, la eficacia de la prevención suele ser silenciosa.
La medicina curativa aún no ha sido probada a fondo en Costa Rica, porque si en esta segunda ola los contagios se incrementan o sobrepasan las acciones preventivas, los hospitales podrían colapsar, cuyo resultado es el incremento en el número de decesos.
En esta situación, el país necesita fortalecer las acciones preventivas de higiene, como el lavado de manos y el distanciamiento físico con el propósito de evitar contagios. Solo así lograremos vencer este letal virus y la amenaza de otros futuros.
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El autor es salubrista público.