Foro: La enfermedad de la corrupción

Su contagio se extiende indiscriminadamente hasta invadir todos los sectores de la sociedad.

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La fiscala general, Emilia Navas, afirma que “todos los problemas del país son consecuencia de la corrupción”. En los últimos tres años, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) reportó 438 denuncias por corrupción. ¿Será esta la punta del iceberg?

La prensa revela una gran propagación de esta enfermedad: delitos de falsedad contra la Hacienda pública, la seguridad social y las compras del Estado, financiamiento de campañas políticas, blanqueamiento de capitales, pluses salariales, pensiones de lujo, tráfico de influencias y de personas, violencia contra las mujeres, abuso de estudiantes y universitarios. ¿Quién gobierna esta casa? ¿Quién tiene aún vergüenza?

Plaga. Los especialistas en esta materia afirman que los actos corruptos inciden en los actores privados y los agentes del Estado. Existen decisiones personales que se vuelven colectivas. El uso indebido del poder es un problema de salud pública, pues genera un pasivo social enorme y una deuda de justicia.

Organizaciones como Transparencia Internacional revelan que los sectores más afectados por la corrupción son los partidos políticos, los empleados públicos, el Parlamento, las empresas del sector privado, el poder judicial y algunos medios de comunicación. El impacto es extenso y profundo.

Se señalan tres tipos de corrupción: estructural (obedece a factores histórico-culturales y al nivel de desarrollo económico), institucional (median el nivel de calidad democrática, la libertad de prensa, la participación civil y el cumplimiento de las leyes) y económica (intervienen los incentivos y las regulaciones). Estas son aplicables a cualquier sector.

Como dijo Cicerón: “Lo peor de las personas importantes no es que sean viciosas, sino que tengan tantos imitadores. Pues basta con recorrer la historia para ver que, tal como fueron los principales ciudadanos de una república, así fue esa república, y los cambios que los grandes introdujeron en sus costumbres no tardaron en ser adoptados por el pueblo. Por eso los grandes, cuando tienen vicios, resultan particularmente perniciosos para el Estado, pues además de estar corrompidos, corrompen a los demás”.

Diagnóstico y tratamiento. La filósofa Paola Delbosco, de la Universidad Austral de Argentina, menciona las causas de esta realidad: 1. Poco compromiso del sector privado en la lucha contra la corrupción. 2. Movimientos sindicales con intereses espurios. 3. Creciente dependencia política del poder judicial y lentitud en la actuación judicial. 4. Prescripción de causas por corrupción. 5. Burocracia engorrosa. 6. Las normas ineficientes.

¿Qué se debe hacer para mejorar? Fortalecer una normativa específica que regule y proteja a los denunciantes de actos de corrupción, apoyar una ley nacional de acceso a la información pública, generar transparencia y cumplimiento de la normativa sobre financiamiento político y reforzar los órganos de control.

¿Qué podemos hacer nosotros? No ceder. Más que ante una crisis de estructuras, estamos ante una de personas. Atravesamos, además de un déficit fiscal, uno de contextura moral. La corrupción se enriquece cuando se descuida la educación desde el hogar y cuando existen personas que la aceptan pasivamente. No podemos entregar a nuestros hijos un país descompuesto. Nos jugamos su futuro. Ante esta deuda, exigimos justicia y unidad nacional.

hf@eecr.net

La autora es administradora de empresas.