Foro: La convivencia entre autos y bicicletas

El país debe aceptar que tanto vehículos como motos y bicicletas deben compartir el mismo reducido espacio

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Para crear una convivencia armoniosa entre los vehículos y las bicicletas hay algunas pautas que los conductores deben cumplir, empezando por el respeto mutuo en la carretera, a la que ambos tienen derecho, aunque el auto pague marchamo y la bicicleta no.

Tengo el privilegio de formar parte de los dos grupos, pues soy ciclista recreativo de fin de semana. El uso de la bicicleta ha crecido exponencialmente durante la pandemia y los ciclistas superan, por mucho, a los runners, con las consecuencias que eso trae en la carretera.

Soy de los que salían al llano de Santa Ana, en la ruta 27, cuando eso era posible. Así como otros van a la Florencio del Castillo. Hoy circulo por la vía 121, antigua carretera que une Santa Ana con Ciudad Colón.

Además, vivo en esa calle y veo cientos de ciclistas los sábados y domingos, como también se miran en la calle vieja a Tres Ríos, Orosi, las faldas de los volcanes Poás e Irazú, entre otros lugares del país.

Este auge satura las carreteras, generalmente angostas, y torna complejo el tránsito de los automóviles y peligroso el camino para los ciclistas.

El ciclista tiene que comportarse como un usuario formal de la carretera, no saltarse las normas de tránsito, preferiblemente circular en fila por la derecha de la calzada y no en pelotón, ocupando todo el carril. Tampoco debe ir conversando, aunque el viaje sea de placer, ni usar audífonos, porque no escuchará el ruido de la carretera, fundamental para prevenir accidentes.

Cambios sociales. Cualquiera dirá que estas son reglas muy básicas, pero por mucho son las que más irritan a los conductores de vehículos, quienes ya no son los reyes de la carretera.

Por alguna razón psicológica extraña, el conductor de vehículos en Costa Rica se transforma en cuanto se sienta al volante y saca toda la ira reprimida por las situaciones que se le presentan. Improperios van y vienen entre conductores y ahora también entre conductores y ciclistas.

No estaría de más obligar al conductor a dedicar un par de minutos a hacer ejercicios de respiración profunda y meditación antes de encender el auto.

El conductor odia tener que circular 200 metros detrás de una bicicleta antes de pasarla, es como si al sentir que se acerca un auto el ciclista debiera tirarse al caño para que el vehículo pase sin tener que disminuir la velocidad. Cada año mueren entre 30 y 50 ciclistas en Costa Rica.

Es una lástima que en San José, San Pedro y Cartago, donde ha habido esfuerzos por construir ciclovías, no lograran dotar de espacio real a quienes quieren practicar ciclismo como deporte y no como medio de transporte del hogar al trabajo.

La idea de quitar espacio a uno de los dos carriles y pintarlo para uso de bicicletas no genera ninguna zona segura para el ciclista e incomoda gravemente la circulación de los vehículos.

Orografía diferente. No nos hemos dado cuenta de que en los países bajos, que son los que queremos imitar, la gente que usa las bicicletas vive en la ciudad, y estas ciudades son casi planas, por lo que viajan fácilmente de su casa al trabajo, y viceversa.

En Costa Rica no veo a los cartagineses subir Ochomogo todas las mañanas para venir a trabajar a San José, y mucho menos ir de regreso al anochecer, bajo la lluvia, solo por poner un ejemplo.

El ciclismo en nuestro país es más deportivo y recreativo, y no hay lugares adecuados para la práctica. Ojalá la ampliación de la ruta 27 y la Florencio del Castillo incluyan desde su diseño ciclovías con un sitio de parqueo donde los ciclistas dejen los autos y, al final, coman un sándwich y tomen un refresco.

Hace tiempo señalé que la parte inferior del viaducto de la Circunvalación norte es ideal para desarrollar este tipo de ciclovías. Sin embargo, las municipalidades quieren infraestructura diferente de la que realmente se necesita para el ciclismo.

La Ley 9960, de movilidad y seguridad del ciclista, se quedó corta en sus alcances y, peor aún, los que andamos en carretera, ya sea en vehículo o bicicleta, desconocemos el contenido.

El país debe aceptar que tanto vehículos como motos y bicicletas deben compartir el mismo espacio y que para hacerlo con seguridad, paz y armonía es preciso poner de nuestra parte.

Nunca debemos andar viendo el celular al manejar y durante el recorrido los cinco sentidos deben estar activados. Más importante aún: hagamos uso del sentido común. Respeto y cortesía bidireccionales son la base de esta convivencia.

urbina.marco1@gmail.com

El autor es director general de la Universidad Hispanoamericana.