Foro: La coherencia en el veto

Los mismos esfuerzos por cuidar el ambiente son necesarios para resolver la situación del sector camaronero

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El viernes el presidente vetó la ley que reinstauraba la pesca de arrastre como solución al problema de empleo en Puntarenas.

Decantarse por otra solución y salvaguardar la naturaleza en nuestra perla paradisíaca es, sin duda, un logro, y nos da una ocasión para reflexionar.

El mandatario fundamentó su autoridad en las potestades constitucionales y en su deber de promover el bien común. Detengámonos un momento en el bien común. ¿Conocemos realmente el significado de esta expresión?

Continuas noticias nos hacen pensar que la sociedad se dirige al abismo; sin embargo, un aspecto positivo de hoy es el hecho de que se alzan voces para reclamar un cambio de actitud respecto a los estilos de vida contemporáneos, con miras a velar por la naturaleza y la justicia social.

Surgen soluciones novedosas como la iniciativa de la economía azul del belga Gunter Pauli o la propuesta de un Estado emprendedor de Mariana Mazzucato, lo cual demuestra que no existe oposición entre el crecimiento económico, el social y el ecológico. Pero es clave, para enfrentar estas cuestiones desde una perspectiva justa y proporcionada, que definamos de manera precisa el bien común.

El bien mayor. Se entiende como las condiciones de vida social que permiten a cada uno de los miembros de la sociedad su más plena y asequible perfección. Es decir, se trata de la búsqueda de un bien mayor, que supere el interés meramente personal, para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial.

El bien común tiene en cuenta el valor de cada persona, esto es, su dignidad humana. El concepto explica el planteamiento de que la primera ecología que debemos vivir, o mejor dicho, el verdadero significado de la ecología, es la ecología humana.

Por eso, además de la preocupación de que en el mar del año 2050 pesará más el plástico que los peces y que cada año se pierden 30 millones de euros en el mundo debido a inundaciones causadas por el calentamiento global, no podemos ser indiferentes a que el 42 % de los trabajadores en Latinoamérica tengan un salario inferior al sueldo mínimo de su país ni a que uno de cada cinco niños latinoamericanos y caribeños se encuentra en estado de desnutrición.

Existe una interconexión entre el modo como nos comportamos, la vida de los demás y la supervivencia del planeta.

Un primer paso hacia una Costa Rica más ecológica es el reciente veto, pero hace falta más. Necesitamos centrar los mismos esfuerzos en resolver la situación de las familias empleadas en el sector camaronero, pues la ecología debe estar integrada en la situación económica familiar.

Protección del ser humano. La ecología humana está por encima de visiones ideológicas y de sectarismos. El verdadero significado de la ecología es la protección del ser humano y, en consecuencia, la protección ambiental deberá orientarse al cuidado del más vulnerable, del necesitado, del más débil, en cualquiera de las fases de su vida, desde la concepción hasta la vejez.

Si queremos ser ecologistas no podemos ser indiferentes hacia los que han perdido seres queridos, el trabajo o la salud durante esta crisis mundial; ante los que son esclavos de las drogas y otras adicciones generadoras de desesperanza.

Esta misma ecología nos impulsa a compadecer a quienes sufren injusticias, pobreza o desocupación; preocuparnos por las víctimas de agresiones y abusos tanto físicos como mentales.

Así, a través de los ojos de cada una de estas personas, podremos leer una historia personal, íntima, irrepetible, que nos revela que el ser humano es mucho más que sus actos.

No habrá, pues, una nueva relación con la naturaleza sin un compromiso con las familias, no habrá una verdadera ecología sin una verdadera antropología.

Extremos inconvenientes. El papa Francisco, en la encíclica Laudato si, plantea dos extremos que no convienen a la humanidad ni al planeta. Ni un biocentrismo que arrebate su dignidad a mujeres y hombres ni una tecnocracia que desprecie los bienes naturales.

Encontrar un camino intermedio precisa una ecología coherente, integral, que vele tanto por el ambiente como por la dignidad humana. Necesitamos una ecología dirigida al verdadero bien común y opuesta al individualismo.

La indiferencia hacia el bien común conlleva a la indiferencia antropológica, que a su vez culmina en la indiferencia ambiental. En cambio, la ecología humana busca cuidar la naturaleza, proteger a las personas vulnerables y resguardar el bien común de la sociedad.

Chemas18@hotmail.com

El autor es nefrólogo.