Foro: Instintos positivos y negativos al desnudo

Aún son muchos más los actos de bondad que de maldad manifiestos en la sociedad costarricense

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La pandemia de la covid-19 desnudó lo más profundo del ser costarricense y los grandes extremos en su forma de actuar.

Son innumerables los actos de solidaridad, caridad y humanismo. Individuos, familias y organizaciones prestan ayuda sincera y desprendida a infectados por el virus y a personas que perdieron sus trabajos; gente a quien sorprendió la pandemia y la postró, de una u otra forma.

Se evidencia una belleza enorme de entrega, devoción y ayuda al necesitado de parte de los costarricenses con posibilidad —¡y a veces sin tanta posibilidad!— de ayudar.

No solamente a nivel personal, sino también muchas empresas —incluso pequeñas— han hecho todo lo posible por mantener a sus empleados, buscando opciones para reubicarlos, disminuyendo sus jornadas laborales o simplemente aguantando el embate económico y manteniendo la planilla.

Algunos hasta se han atrevido a continuar invirtiendo en sus negocios, pese a todas las realidades y amenazas económicas de la pandemia.

El costarricense ha demostrado su especial capacidad de ser expandible, compasivo y solidario: como labriegos sencillos, como hermanos de paz.

Otro lado de la luna. En contraste, el costarricense también mostró sus más bajas y casi impensables, en su proporcionalidad, muestras de desapego, insensibilidad, inconsciencia, xenofobia, egoísmo y hasta crueldad para con su prójimo.

Aunque menos, en comparación con los actos de empatía, sí se han hecho sentir todas estas manifestaciones sombrías y despreciables.

Algunos han tomado el odio y la desconsideración para manchar la belleza e hidalguía de Costa Rica.

¿Qué pensaría el célebre filósofo español Dr. Constantino Láscaris, autor del libro El costarricense, donde lo describe como un “ser solidario y bondadoso en esencia”, si resucitara y viera estas tristes actitudes del costarricense actual?

El confinamiento de la pandemia parece haber extraído los instintos más primitivos de las personas.

Salieron a la luz los extremos de la gente y pareciera que, en ocasiones, rebasan a la persona misma, entre la reflexión y la depresión y los más intrincados arrebatos íntimos.

Afortunadamente, aún son muchos más los actos de bondad que de maldad manifiestos en la sociedad costarricense. Sin embargo, debe cambiar, debe corregirse todo rumbo desvirtuado, volver al costarricense que con la mano extendida ayude solidaria y fraternalmente. La pandemia, inexorablemente, nos desnudó.

ruben.ortiz@agrosoil.com

El autor es empresario y profesor de la UNED.