Foro: El sueño de los me gusta

Nuestra sociedad está seca, estéril, incapaz de producir agentes de cambio

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De la obra de Patricia Fumero Vargas, Cultura y sociedad en Costa Rica 1914-1950, extraigo lo que el país experimentaba a principios del siglo XX.

Fueron una serie de cambios sociales entre los cuales se encuentra la ubicación de las clases altas en lugares como barrio Amón y la clase trabajadora, en los predios al sur de San José.

Eso fue marcando una división, convivían dos culturas: refinadas urbanas, europeizadas y laicas, que definieron las bellas artes que influyeron en el quehacer costarricense, especialmente la arquitectura, el teatro, la música, la pintura, el ocio, el vestido, el deporte y los modales, a todas luces catalogada de culta, en contraposición con la cultura popular sana de la juventud de entonces, que prefería actividades religiosas, turnos, convivios, bailes con grupos musicales, que se escuchaban mientras eran ejecutadas alegres melodías al golpe de mazo de una marimba o guitarra.

La radio y los devenires de otros tipos de comportamientos alrededor de ella, en los sitios de esparcimiento, proveyeron a la juventud nuevos placeres y gustos.

La evolución del cine, de la radio y sus consecuencias culturales en los jóvenes de la época son parte del resultado del transcurrir del tiempo a la sociedad actual y su comportamiento.

Valores. Nuestros padres y abuelos nos inculcaban en los años 70 valores de convivencia, reforzados más tarde en los centros de educación pública y que, por lo menos a mí, me han acompañado a lo largo de mi existencia, como pilar fundamental de la sociabilidad y la vida cotidiana en procura siempre del trato con respeto y cordialidad hacia mis semejantes.

Otras normas eran la cortesía, la extinta caballerosidad —que no era más que el trato cordial en presencia de una mujer—, el saludar, el despedirse, el llegar a tiempo a una cita, el cumplir lo acordado, el respetar las normas sociales aun cuando no nos estuvieran viendo, pues el primero en percatarse de la falta —si la cometía— era uno mismo.

Todos estos valores son parte de mi diario vivir y funcionan. A todos nos gusta que nos traten con respeto, que aprecien nuestro tiempo, trabajo y esfuerzo, que nos tengan consideración, que nos brinden un detalle, que nos agradezcan, que nos escuchen y que sean tolerados nuestros pensamientos. Para que esto funcione, cada uno debe poner en práctica los suyos.

Triste visión del futuro. Me detengo con preocupación y veo que esos valores se han deteriorado al punto que están ausentes en una sociedad otrora de lujo, convertida en un despojo, viciada de la influencia de géneros musicales misóginos que degradan tanto al hombre como a la mujer y, sin saberlo, a los niños también, ayunos de propuestas de aquellos valores que nos acompañaron hasta hace pocas generaciones y cuya falta de práctica agrietan una supuesta sociedad que convive civilmente en paz. Se ha convertido en un imaginario o vago recuerdo.

La realidad no es la que propongo; la realidad es que nuestra sociedad está seca, infértil, incapaz de producir agentes de cambio que rescaten a la población que solo es caldo de vagancia y hacinamiento en nuestras cárceles.

Hablo de la población marginada, que por problemas económicos dejaron la educación formal y se pasaron a las filas de la delincuencia, haciendo un flaco favor a la sociedad.

¿Quién se ha puesto a pensar que no solo el segmento poblacional sin acceso a oportunidades está en esa desafortunada coyuntura, sino también aquellos que, teniendo acceso a la educación formal, su meta no es una carrera universitaria, sino llegar a ser un personaje famoso en las redes sociales y obtener muchos me gusta?

Rabia, más que pena, se manifiesta cuando me detengo frente al parque de mi barrio y escucho a los niños como, de viva voz, se tratan de mae, más alguna otra elegante palabrota, para adornar la malacrianza con la cual se refieren a alguna situación del juego.

La irritación aumenta al ver la indiferencia con que el padre o la madre reciben esa información. ¿En manos de quién quedará el país? ¿En las de un youtuber o en las de un reggaetonero?

No imagino a la generación de la tecnología más avanzada tratando de resolver los problemas sociales de su comunidad, porque carecerán de los valores que son requisito indispensable para liderar en pro de los más necesitados y de las personas desvalidas.

oamora@abogados.or.cr

El autor es abogado.