Foro: Americanos todos, desde Bering hasta Hornos

En estos tiempos de globalización, hay que cultivar la autoestima y preservar la identidad

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Afirma un dicho popular que «nadie sabe para quién trabaja». Nada más cierto en el caso de Cristóbal Colón, cuyo gran descubrimiento recibió un nombre relacionado con el del navegante florentino Américo Vespucio (Amerigo Vespucci en italiano), por un error de un reputado cosmógrafo alemán.

El continente debió llamarse Colombia, o tal vez Nueva Castilla, o Castilla de Indias, por poner algunos ejemplos que aludieran al descubridor o a la nación patrocinadora.

Otro caso interesante es también el relacionado con el continente mismo. Al formarse la nación que ocupa gran parte del norte continental, los fundadores, a diferencia de lo que ocurriría en las repúblicas surgidas al sur de sus actuales fronteras, se mostraron incapaces de generar un nombre que aludiera a la identidad de las trece colonias establecidas en su costa este.

Así surgió una engorrosa denominación que incluyó la de todo el continente, como si ya en las mentes de tales patriotas revoloteara la idea (remember president Monroe!) de que todo este inmenso territorio entre el Atlántico y el Pacífico algún día sería parte de unos renovados Estados Unidos de América; de habla inglesa todos, por supuesto.

Equivocación. Pues no: desde el septentrional estrecho de Bering hasta el austral cabo de Hornos, todos los habitantes somos americanos legítimos. Y parecería ocioso hacer la enumeración de los gentilicios aplicables a las diferentes nacionalidades, por lo que solamente irán algunos: canadienses, mexicanos, cubanos, costarricenses, jamaiquinos, haitianos, curazoleños, colombianos, guyaneses, paraguayos, argentinos y, claro, cómo no, los estadounidenses.

Con más razón, incluso, todos los integrantes actuales de las numerosas etnias aborígenes que poblaban América ya desde los tiempos precolombinos.

Ahora bien, en el lenguaje hay una figura retórica llamada sinécdoque. La usamos muchas veces hasta sin darnos cuenta.

Por ejemplo, cuando decimos cosas como la universidad está revolucionada, o Costa Rica negocia un tratado con el FMI, o después del accidente, llegó la policía, estamos sustituyendo a los estudiantes, al gobierno o a los policías, respectivamente.

Es decir, mencionamos a un todo, cuando los verdaderos actores son solo parte de ese todo. Es un uso legítimo y hasta estilizado; y así lo entienden el lector o el interlocutor.

Es lo que hacemos así, indebidamente, cuando usamos el término América (un todo) para referirnos a una parte de ella (el país llamado Estados Unidos de América).

Error casi universal. Por la misma sinrazón, hay quienes se llaman a sí mismos, o son llamados por otros, americanos, gentilicio que debería utilizarse cuando nos referimos a la totalidad de los habitantes del continente.

Es un error que cometen, además de los estadounidenses, numerosos europeos y naturales de otros continentes. Pero lo peor, en mi opinión, es que nosotros mismos —y me refiero a los que no somos estadounidenses— no nos identifiquemos con todo derecho como americanos.

Es cierto, hay otros términos: latino, luso o hispano, con el agregado del gentilicio americano; sin embargo, son demasiado específicos y hasta discriminatorios, ya que, por ejemplo, los estadounidenses no suelen identificarse a sí mismos como angloamericanos. Ellos se sienten americanos por antonomasia.

Idiosincrasia. Lo expresado anteriormente puede parecer un estéril ejercicio semántico, pero en el fondo revela un aspecto de nuestra identidad como pueblos con su propia idiosincrasia: cultura, lengua, costumbres…

En estos tiempos de globalización, en que las culturas de pueblos sin personalidad son engullidas por los grandes poderes internacionales, hay que cultivar la autoestima.

El Diccionario de la Real Academia Española define el término americano como el natural de América. Solo en su cuarta acepción lo asimila al recomendado, estadounidense. Además, el Diccionario panhispanico de dudas (2005) define a los Estados Unidos como «País de América» y le adjudica el gentilicio «estadounidense».

Las afirmaciones vertidas en este escrito, relativas a los nombres y gentilicios mencionados, son congruentes con lo expresado más detalladamente en los dos diccionarios anteriormente citados.

tikoguau@gmail.com

El autor es ensayista.