Foro: A 200 años del primer izamiento de la bandera argentina en Malvinas

La usurpación en tiempo de paz sin mediar declaración de guerra nunca fue consentida por Argentina

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El 6 de noviembre del 2020 marcó un significativo aniversario en la larga disputa por la soberanía sobre las Islas Malvinas. Se cumplieron 200 años de la toma de posesión de David Jewett, quien izó ahí, en ese día por primera vez, la bandera argentina.

En el momento de la Revolución de Mayo, las Malvinas —disputadas por España, Francia y los británicos en el siglo XVIII— se encontraban bajo soberanía plena española, con una posesión exclusiva, ininterrumpida y no contestada por el Reino Unido ni por otra potencia extranjera. Los derechos pasaron a Argentina después.

La presencia española en las islas cesó el 13 de febrero de 1811, cuando el último gobernador de la época virreinal de las Malvinas se retiró de las islas, en el marco del conflicto con la Primera Junta de Buenos Aires.

A pesar de la evacuación, las Malvinas no permanecieron vacías u olvidadas. En el archipiélago ocurría una fluida circulación de bienes, capitales y personas gracias a sus recursos naturales: lobos y elefantes marinos, ballenas y ganado cimarrón.

Buques de origen británico, estadounidense, francés y argentino los explotaban, y utilizaban las costas continentales y las islas como estaciones de recalado, cacería y faenado. Esto llamó la atención de las autoridades de Buenos Aires, quienes, desde 1813, otorgaban permisos de pesca, dictaban disposiciones para evitar la depredación de los recursos y controlaban la instalación de establecimientos permanentes en la región.

Nueva faceta. En ese contexto, el izamiento de la bandera nacional y la presencia en Malvinas de Jewett, marino estadounidense al servicio de la Armada argentina, cobra toda su dimensión.

Con el inicio de los procesos independentistas en Latinoamérica a partir de 1810, los nuevos gobiernos patriotas debieron enfrentar al poder realista que se les oponía por mar y tierra. Jewett, como otros marinos estadounidenses y europeos, se incorporó a la lucha al servicio de las Provincias Unidas y realizó actividades de corsario hasta 1817.

En enero de 1820, el director supremo de las Provincias Unidas, José Rondeau, nombró a Jewett coronel del ejército al servicio de la marina. Y, así, zarpó el 20 de enero, al mando de la fragata La Heroína, para internarse por el Atlántico Sur.

Navegó a lo largo de 10 difíciles meses y, a finales de octubre de 1820, alcanzó Puerto Soledad, donde encontró varias embarcaciones de distintas banderas que recalaban temporalmente como parte de sus viajes de caza y pesca.

El 2 de noviembre Jewett invitó a los otros capitanes a encontrarse con él mediante una circular en la que les informaba de que había sido comisionado por el gobierno de las Provincias Unidas para tomar posesión del archipiélago.

Señaló también que, en consonancia con las normas dadas por las autoridades de Buenos Aires, procuraría evitar la destrucción de los recursos de las islas.

El día 6 celebró la ceremonia de toma de posesión de las Islas Malvinas. Conforme al relato de testigos presenciales, como el capitán británico James Weddell —que cuenta el episodio en su célebre Un viaje hacia el Polo Sur (1822-1824)— y el francés Louis de Freycinet, Jewett, frente a las tripulaciones ancladas en Puerto Soledad y en nombre del gobierno de Buenos Aires, izó la bandera argentina, leyó una proclama y disparó una salva de 21 cañonazos.

Tres días más tarde entregó a los capitanes presentes una circular en la que daba cuenta de la toma de posesión de las Malvinas en nombre del Supremo Gobierno de las Provincias Unidas de Suramérica y su voluntad de actuar con justicia y hospitalidad para con los extranjeros. Les solicitó, además, que comunicaran la información a otras embarcaciones.

Alcance internacional. La circular tuvo gran difusión en la prensa internacional. El 3 de agosto The Times publicó un artículo en el cual lo presentaba como un acto de soberanía y, en noviembre, lo haría El Argos de Buenos Ayres.

Jewett permaneció en el archipiélago varios meses. Ejerció su autoridad hasta que, en febrero de 1821, las autoridades porteñas lo relevaron del mando y designaron a Guillermo Roberto Mason nuevo comandante de La Heroína.

La toma de posesión fue una manifestación de carácter oficial y público, del efectivo ejercicio de la soberanía argentina, heredada de España, la cual tuvo amplia difusión y que no fue contestada por los británicos (que tampoco la objetaron en 1825, cuando firmaron con las Provincias Unidas del Río de la Plata el Acuerdo de Amistad, Comercio y Navegación, donde reconocieron a la joven nación) ni por ninguna otra potencia extranjera.

Este significativo acto fue un eslabón fundamental en la larga cadena de medidas que, desde los propios inicios del primer gobierno patrio hasta la expulsión de las autoridades argentinas de Puerto Soledad, en enero de 1833, evidencian la continuidad de la ocupación de las Islas Malvinas y del ejercicio de soberanía del naciente Estado argentino.

Reclamo. La usurpación en tiempo de paz sin mediar declaración de guerra nunca fue consentida por Argentina. Desde entonces, y durante 187 años, los distintos gobiernos argentinos han reclamado permanentemente la restitución del ejercicio pleno de soberanía sobre las Islas.

En ese reclamo, el apoyo de la comunidad internacional ha sido fundamental. Al pronunciamiento unánime y temprano de los países de Latinoamérica en favor de la posición argentina, se fueron sumando, a medida que la comunidad internacional se organizaba en distintos foros multilaterales, el de otros grupos regionales.

Ese apoyo coincidente permitió la adopción de diferentes resoluciones de la ONU relacionadas directa o indirectamente con la Cuestión Malvinas, entendida como la disputa de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

El autor es ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la República Argentina.