Fomujeres: resultados a la vista

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En días pasados, las autoridades del Inamu anunciaron el apoyo que otorgará esa institución a 915 proyectos de empresas de mujeres a través de un fondo no reembolsable llamado “Fomujeres”.

El anuncio me provocó satisfacción y también desasosiego: satisfacción porque los esfuerzos de la Junta Directiva del Inamu 2010-2014 y los míos personales como constructores de ese fondo dieron fruto, después de un largo trayecto que iniciamos en el 2012. Y desasosiego, porque los retos que se avecinan no son pocos.

Quienes tengan a cargo dotar de continuidad a Fomujeres deben ser muy capaces y creativos para mantener la esencia de esta iniciativa y hacer cumplir, verdaderamente, los fines del Fondo sin desvirtuarlo en perjuicio de las mujeres, por y para quienes lo creamos.

Un asunto pendiente. Ver nacer a Fomujeres implicó revisar, con nuevos ojos, viejas disposiciones que no habían sido aplicadas en la institución. La Ley de Creación del Instituto Nacional de las Mujeres ya tenía prevista, desde su promulgación, la existencia de un fondo para fomentar actividades productivas y de organización de las mujeres. Es decir, el artículo 4 inciso j) de la Ley N.º 7801 creó el Fondo desde 1998, pero 12 años después dicho fondo no había sido materializado a través de normas que le dieran vida, más allá de la autorización genérica contenida en la ley.

En aquel entonces, mis inquietudes como presidenta ejecutiva del Inamu, ante la existencia de recursos económicos disponibles y crecientes en la institución, y una sentida necesidad de facilitar condiciones para emprendimientos y proyectos de mujeres organizadas que no tenían acceso a otros sistemas de financiamiento, dieron pie a que iniciara la búsqueda de fórmulas legales, fiables y eficaces, para la operación de un fondo no reembolsable.

Asimismo, fueron manifiestas las claras intenciones de la Junta Directiva de contar con un instrumento legal que permitiera dotar, directamente, de recursos económicos a mujeres y grupos de ellas que, seleccionadas objetivamente, tuvieran acceso a recursos, de la mano de controles y mecanismos para procurar un buen uso de los fondos públicos.

Bajo tales parámetros y con una formulación legal adecuada, logramos materializar y dar cuerpo a un fondo, a través de la emisión de un decreto ejecutivo (N.º 37783-MP) que entró en vigencia en julio de 2013, justo antes de mi salida de la institución, y de un reglamento operativo que entró en vigencia poco después, en setiembre de 2013. Daba inicio para entonces la tarea de que el engranaje administrativo de la institución se ajustara a un mecanismo de trabajo nuevo para operar el fondo, con las resistencias y temores propios que ocasionan, a veces, las cosas nuevas.

La construcción de este fondo no fue sencilla, pero con orgullo puedo decir, en nombre de quienes trabajamos incansablemente para ello, que logramos nuestro objetivo con la elaboración de un mecanismo que puede ayudar a una sana ejecución de recursos públicos en Inamu y, lo mejor de todo, para dotar a las mujeres costarricenses de nuevas oportunidades en el impulso de su autonomía económica.

Aunque lanzar la primera convocatoria, así como la selección de proyectos ganadores y la reciente entrega de recursos se dio una vez finalizado mi mandato, es muy satisfactorio saber que, aunque este esfuerzo al igual que muchos otros, no pudo ser celebrado con la prontitud que hubiéramos querido, también tiene hoy su momento para recordar todo lo que luchamos por concretarlo.

Mantengo la esperanza de que Fomujeres siga siendo un constante reto de innovación. Quienes lo construimos nos aseguramos de que los instrumentos normativos que lo rigen sean tan amplios como comprensivos para que las categorías de participación y las convocatorias puedan responder siempre a las necesidades de las mujeres, según los contextos socioeconómicos que, todos sabemos, son muy cambiantes.

En manos del Inamu queda hacer esto posible, de forma responsable y eficiente.