¿Feliz aniversario, CCSS?

Las jefaturas de la CCSS son indiferentes al dolor y la discriminación

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La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) cumple 82 años. Significó en aquel momento, 1941, un paulatino pero permanente cambio para la atención de la salud de los habitantes.

Corrían los tiempos cuando había caudillos visionarios que se atrevieron a imaginar un país diferente, soñaron con heredar a las generaciones venideras tiempos mejores y que los infantes no siguieran muriendo, sin la atención sanitaria suficiente, de diarreas, bronconeumonías, parásitos o virus.

Ellos hicieron pactos de honor y se atrevieron a imaginar un país con una adecuada atención maternoinfantil, y así disminuir las estadísticas de mortalidad.

Han pasado, sí, 82 años, y parece que estamos viviendo una pesadilla, porque los viejos problemas están de vuelta. Existe una política deliberada por debilitar el modelo solidario, universal y equitativo, y un ataque premeditado a la autonomía de la Caja, brincándose los procedimientos y atacando de esa forma, también, visceralmente, el Estado social de derecho.

Los principios que rigen nuestra seguridad social no son abstractos, ni ocurrencias del momento. Son el norte, pero las políticas radicales de los enemigos de la seguridad social los atacan de frente y sin pausa.

Afirmo lo anterior con fundamento, porque 1.958 pacientes fallecieron esperando una cita entre enero y junio, a los adultos mayores nos eliminan las citas con el especialista, esperadas durante cuatro largos años y, como a mí, nos envían el mensaje de que están optando por el clásico método de la selección natural, es decir, sobrevive el más fuerte.

Las jefaturas de la CCSS son complacientes e indiferentes al dolor y la discriminación, en ellas no prima la atención que por ley la población adulta mayor tiene asegurada.

El número de pacientes pasó de 175.630 el 1.° de abril a 176.919 el 16 de agosto, según la Unidad Técnica de Listas de Espera. Entonces, la empobrecida clase media se endeuda, o bien gasta sus exiguos ahorros para no morir en el intento de aguardar, pero los más pobres mueren. Así, una crisis creada se convierte en una tragedia para miles y miles de personas que trabajan y cotizan, y la institucionalidad no da las respuestas que la ley señala.

Lo afirmo, en primera persona, porque nunca hemos tenido que afrontar una situación como esta. Redacté dos recursos de amparo, uno en setiembre y otro en octubre, pero a esto me referiré en otro artículo.

Ante la ineficiencia administrativa y políticas públicas incoherentes, las autoridades escogieron el camino fácil, y dicen no tener dinero, lo cual constituye una vieja y gastada excusa, un lugar común, cuando la administración no cumple con su deber.

¿Qué pasa con las finanzas? El discurso oficial dice que la Caja está quebrada, pero los números afirman otra cosa. Hubo ¢33.457 millones del presupuesto sin ejecutar en los últimos 15 años, en el 2022 se utilizó el 49 % del plan de gastos, ¢9.790 millones de ¢20.140 millones, según datos oficiales.

Todo parece indicar que lo que se pretende es dar la apariencia de una quiebra para inventar el copago, un disfraz de los verdaderos objetivos, porque el copago atenta contra el modelo solidario de 82 años de vida de la CCSS. La medicina privada y las aseguradoras se frotan las manos, es notorio que aumentaron sus comerciales en las redes sociales.

No puede existir justicia, ni libertad sin la CCSS; la Caja es garante del ejercicio de la solidaridad, la equidad y la unidad, de esta forma se brinda una atención justa, basada en la gravedad de la enfermedad del individuo sobre su solvencia monetaria y en libertad al proponer una interacción entre los médicos y los pacientes, sin subordinaciones, bajo un proceso de comunicación entre dos voluntades, actuando sin intereses sórdidos, afirma la doctora Natalia Solís Rojas, del Frente Nacional de Lucha.

yolabertozzi@gmail.com

La autora es abogada y escritora.