Exilio de una benemérita de la patria

Carmen Lyra tuvo que dejar el país y luego se le negó la posibilidad de morir en Costa Rica

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Con ocasión de la declaratoria de benemérita de la patria para María Isabel Carvajal Quesada (conocida con el seudónimo de Carmen Lyra), han surgido una serie de valoraciones acerca de su prolífico derrotero literario, docente, político e intelectual. Pero, de modo paralelo, han sido casi nulos los comentarios sobre las circunstancias en que falleció dicha figura emblemática de nuestras letras patrias. Deceso que tuvo como escenario uno de los países que siempre se ha distinguido como sitio de amistad y protección para los costarricenses: México.

Entre el 12 de marzo y el 19 de abril de 1948, Costa Rica se enfrascó en una cruenta lucha fratricida que la historiografía ha denominado la Revolución del 48.

El armisticio de dicho episodio bélico tuvo lugar en la sede diplomática mexicana, en San José, dirigida por el embajador Carlos D. Ojeda, sitio donde se firmó el llamado Pacto de la Embajada de México, en virtud del cual, entre otros aspectos, el grupo revolucionario conocido como Ejército de Liberación Nacional asumió el compromiso de respetar la integridad y propiedad de los vencidos. Pero no fue así.

De modo ignominioso, el pacto fue incumplido, lo cual originó el encarcelamiento, la confiscación, el escarnio y la persecución de los vencidos integrantes de los partidos Republicano Nacional y Vanguardia Popular. Se llegó, incluso, a la posterior conformación de entes punitivos ad hoc, conocidos como Tribunales de Probidad y de Sanciones Inmediatas.

Ostracismo. La conocida pertenencia de Carmen Lyra al grupo de Vanguardia Popular fue el factor que determinó su intempestiva salida del país. Ya que empezó a propalarse la amenaza de su inminente captura y enjuiciamiento.

Por ello, uno de los principales líderes de Vanguardia Popular, Manuel Mora, le solicitó al embajador Ojeda la posibilidad de un asilo político en México para ella, y fue concedido por el presidente Miguel Alemán.

El viaje se efectuó el 23 de abril, en un vuelo que salió del aeropuerto de La Sabana en medio de varias ráfagas de ametralladora, por lo cual el avión tuvo que trasladarse a Panamá para su reparación, de ahí luego a Cuba, hasta aterrizar en México.

Lyra iba acompañada por su correligionaria Judith Ferreto, quien se encargó de cuidarla debido al gravoso estado de salud que la aquejaba como producto de una enfermedad terminal.

Petición. Una vez domiciliada en México, la vida de Lyra se desarrolló entre la valiosa estancia en dicha metrópoli y el aminoramiento vertiginoso de su salud. Hecho que propició, desde inicios de 1949, una serie de petitorias ante la Junta Fundadora de la Segunda República para que pudiese volver a morir en Costa Rica, pero todas fueron rechazadas.

Finalmente, falleció en la capital mexicana el sábado 14 de mayo de 1949 a los 61 años, y fue velada en la sede de la Confederación de Trabajadores América Latina, lugar al que se apersonaron figuras como los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo, así como el expresidente mexicano Lázaro Cárdenas del Río.

Regreso. El 20 de mayo de 1949 el féretro de Carmen Lyra ingresó a Costa Rica, y fue sepultada el 22 en el Cementerio General de San José, después de las exequias que recibió en la iglesia de El Carmen.

El inexorable transcurso del tiempo permitió que su impronta fuese revalorizada y que la Editorial Costa Rica reeditara sus obras. Luego vendrían la creación en Puntarenas de la escuela Carmen Lyra (1962); la inauguración, en 1971, de la emblemática Biblioteca Infantil Carmen Lyra (debajo del quiosco del Parque Central); la fundación de la escuela Carmen Lyra en Alajuelita; su ingreso a la Galería de la Mujer en el 2005; y, muy especialmente, el otorgamiento del título de benemérita de la cultura, en 1976.

El autor es abogado e historiador, coordinador de la cátedra Historia Derecho en la UCR.