Ética, desarrollo, eficiencia

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Durante muchos años, los grupos de izquierda quisieron monopolizar la ética y se apropiaron de los principios y valores tradicionales, también intentaron adueñarse del pensamiento científico. Aún hoy día, aunque rezagados en tales campos, esos grupos con diferentes nombres siguen acusando de corrupto a todo el que quiera promover la competencia o tenga nuevas ideas en busca de excelencia y productividad.

En Costa Rica se ha hecho muy difícil cambiar el statu quo y, en la era del conocimiento eso resulta fatal. Desafortunadamente, por tal razón, la brecha entre naciones ricas y pobres aumenta cada vez más. Ciertamente, la economía de mercado presenta tantas oportunidades en un entorno globalizado que se cometen muchos errores y excesos y, debido a ello, desde Adam Smith, todos los grandes pensadores que han impulsado el sistema liberal han reconocido lo importante que es la promulgación de códigos éticos que deben respetarse y de tribunales independientes que condenen y sancionen las desviaciones que inexorablemente se producirán. En el otro sistema, el socialista, entrabado por definición, vieron la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, pero como la realidad es terca, con los años se descubrieron todas sus falsedades y mentiras solo comparables a una pesadilla anclada en el pasado.

La muletilla de que todos los males del mundo eran obra del imperialismo norteamericano ya prácticamente nadie la cree porque cada país ha logrado diagnosticar con claridad las causas de su escaso desarrollo o las de su estancamiento. A este exorcismo han contribuido las experiencias de Alemania y Corea divididas, y luego las de la Unión Soviética, China y Cuba, colapsadas. Lo sucedido en esos países no deja duda de cual sistema es mejor, mas justo y mas ético.

La crisis del 2008, aún con vida, fue provocada en Estados Unidos de Norteamérica por excesos del capitalismo, distinta a la de Europa que se debió a graves defectos que persisten como herencia fatal del socialismo enquistado en esos países y que se resiste a morir como se pudo ver recientemente en Portugal, Grecia y España. En la actualidad, el socialismo no es un partido político sino una forma de pensar que castiga la excelencia y premia la mediocridad y está presente por lo tanto en las instancias políticas, institucionales y en las organizaciones de toda naturaleza. Por eso perdemos anualmente alrededor de 25 a 30 % del PIB en ineficiencias, sin darnos cuenta de que los países más eficientes y justos son los más éticos y en los que el gobierno es facilitador y regulador de las empresas, que están en manos privadas enormemente dinámicas.

Lamentablemente entre nosotros muchas personas no saben distinguir entre excelencia y mediocridad ni entre vitalidad y postración.