Estrategia de desarrollo

En los últimos años se destruyó mucho del aparato productivo y se dejó de crear empleos

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Hace más de 25 años Costa Rica asumió una estrategia de desarrollo basada en el comercio internacional de bienes y servicios que orientaba y estimulaba la producción nacional hacia aquellos bienes de mayor valor agregado internacional. Sin embargo, algo cambió en los últimos diez años y se empezó a creer que se estaba subsidiando a los exportadores y que había que estimular el consumo interno.

Se puso a flotar la moneda al tiempo que crecía desenfrenadamente el endeudamiento externo. Como consecuencia, el colón se sobrevaluó cerca de un 30% y las exportaciones de bienes solo crecieron marginalmente.

La deuda externa de Costa Rica pasó de $6.947 millones en el 2006 a $25.891 millones en el 2016 (ambos al tercer trimestre). Prácticamente se cuadruplicó, con lo que el país está hoy mucho más vulnerable y con menos capacidad de financiar su desarrollo futuro, pues el mayor endeudamiento se ha destinado principalmente a financiar consumo público y privado.

La deuda del gobierno creció en esos diez años de $1.756 millones a $6.351 millones. Las deuda externa de las entidades financieras pasó en ese plazo de $1.094 millones a $6.626 millones con lo que el sistema financiero es más frágil ante choques y acreedores externos. Los pasivos de la inversión directa crecieron casi diez veces, de $673 millones a $6.911 millones, los cuales se podrían repatriar en cualquier momento ante cambios en el tratamiento tributario en Estados Unidos.

Con estas cifras, los $7.500 millones de reservas internacionales netas parecen insuficientes frente a los posibles riesgos, y pensar en seguir financiando el déficit fiscal con más endeudamiento externo es irresponsable.

PIB por actividad económica. El producto interno bruto por actividad económica de 1991 a la fecha nos da varios datos interesantes acerca de la estrategia seguida en los últimos años así como los cambios en el entorno internacional y su relación con el empleo.

La agricultura, que representaba el 8,5% del PIB en el 2006, ahora representa únicamente el 5%, pero emplea casi al 12% de la población ocupada de todo el país y es más del 34% del empleo rural.

En ese mismo periodo de diez años, la manufactura pasó de representar el 16,6% en el 2006 al 12% actualmente.

Hay que profundizar en las causas del deterioro de la agricultura, la manufactura y otras actividades, pero, según sus representantes, el manejo de tipo de cambio, sobrevaluado por un desenfrenado endeudamiento externo, mercados financieros ineficientes y políticas deliberadas ha privilegiado un grupo relativamente reducido de consumidores profesionales, empleados gubernamentales e importadores en detrimento de los sectores agrícolas e industriales.

El consumo se ha privilegiado sobre la producción. Las zonas francas sobre las empresa y actividades fuera de ellas, cuando todas deberían tener las mismas condiciones tributarias y de facilitación de trámites.

¿Cuales fueron las actividades económicas que aumentaron su importancia en ese periodo? Los servicios de enseñanza y salud, pública y privada, pasaron de ser un 10,9% al 14,6% del PIB, sin que los primeros hayan modificado significativamente el perfil educativo de la fuerza laboral. Las actividades profesionales, científicas, técnicas y servicios de apoyo, pasaron del 7% al 11,4 % del PIB actualmente.

El crecimiento futuro y la generación de empleos en este último sector está limitado por el nivel de educación e idiomas de nuestra fuerza de trabajo.

No se trata de desalentar esas actividades, pero es necesario reconocer que su potencial de crecimiento a corto plazo es modesto para la generación de los cientos de miles de empleos que el país necesita para reducir los altísimos niveles de desempleo, subempleo, empleo precario y personas desalentadas que han salido de la fuerza laboral.

La tasa de desempleo ampliado es del 11,1%, el subempleo del 9% y la tasa de ocupación es de 52,1% de la población en edad de trabajar. Comparando con el 2006, el desempleo abierto pasó del 6% al 9,7% y el subempleo del 5% al 9% mientras que la población ocupada a tiempo completo creció apenas en 6.000 empleados al año.

Estrategia. El punto de partida de una estrategia nacional de desarrollo deben ser las personas, que conforman el recurso humano, el recurso más valioso de cualquier país, especialmente en el caso de Costa Rica, que cuenta con un reducido territorio y limitados recursos naturales. Debemos conocer las características de ese preciado recurso y, a partir de ahí, crear las mejores condiciones para su desenvolvimiento y máximo empleo.

De acuerdo con la última Encuesta Continua de Empleo, el 73% de la población ocupada y el 84% de los desocupados solo cuentan con educación secundaria o menos, el 57% no ha completado su secundaria. Estudios recientes ubican al país como uno con un bajo dominio del inglés y únicamente un 10% de la población mayor de 18 años con un adecuado nivel en ese lenguaje.

De la fuerza laboral, solo el 21,8%, o sea 429.591, tiene grado universitario. Si se toma en cuenta que en el sector público hay aproximadamente 277.000 personas, la mayoría posiblemente profesionales, esto dejaría una población laboral con nivel universitario para actividades privadas de alrededor del 10%. Con este porcentaje no se puede diseñar una estrategia de desarrollo de servicios basada en profesionales, pues su aporte al crecimiento del país sería muy pequeño.

Aunque quisiéramos que Costa Rica tuviera un mayor nivel educativo y un mayor dominio de diferentes idiomas, la realidad es otra, y si bien el objetivo prioritario a largo plazo debe ser alcanzar un nivel educativo mucho mayor, la estrategia de desarrollo a corto plazo debe llevar a la creación de un alto volumen de empleos inmediatos y basarse sobre un plan realista de fomentar actividades productivas, acordes con ese nivel educativo, tales como las agropecuarias, la pesca, la manufactura, la construcción y el turismo, que son las que tienen el mayor potencial de generar empleos para la población actual.

Debe darse un menor énfasis al otorgamiento de incentivos fiscales y de políticas monetarias para la creación de empleos en servicios profesionales y actividades relacionadas con el consumo interno, la cual parece haber sido la estrategia de los últimos años.

Ahora bien, la realidad de lo reducido de nuestro mercado interno tampoco debe perderse de vista, por lo que se debe poner énfasis en recuperar la competitividad internacional que se ha perdido en los últimos años.

Durante mucho tiempo se ha dejado de la mano el desarrollo de las actividades que pueden generar más empleos acordes al nivel educativo de la población costarricense.

Es hora, tomando en cuenta la evolución del contexto internacional de esas actividades, de proveer las condiciones de apoyo en infraestructura, crédito, tecnología y costos energéticos para un alto crecimiento de estas.

El crecimiento de industrias como la de ciencias de la vida y la electrónica, las productividades de cultivos como la piña, el banano y otros, ilustra que Costa Rica puede ser muy competitiva en diferentes actividades, si estas contaran con las condiciones de las empresas de zona franca, costos competitivos de energía y financieros y otros, flexibilidad de jornadas, educación dual, infraestructura, etc. Se trata de generalizar las condiciones para que cualquier empresa pueda surgir.

El país debe hacer una revisión profunda y urgente de su sistema educativo para aumentar la calidad y dar más énfasis a la educación técnica y agrícola desde la secundaria, a la educación dual, a los idiomas desde la primaria y al uso de tecnologías de información, entre otras.

El esfuerzo debe distribuirse en todo el sistema educativo existente: INA, Ministerio de Educación, universidades, colegios técnicos y vocacionales y asociaciones de desarrollo comunal.

El ajuste vendrá irremediablemente y es necesario tomar consciencia y corregir el rumbo desde ahora, con una estrategia centrada en la creación de empleos a través del comercio exterior.

El autor es consultor.