Estrategia contra el ‘bullying’

Una institución pública utiliza el sistema de “padrinos y ahijados” contra el matonismo

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El bullying o matonismo es un tema recurrente, aunque nada nuevo dado que, lamentablemente, siempre ha existido en las instituciones educativas en prácticamente todo el mundo. Sus implicaciones son diversas, así como sus causas.

En Dinamarca, de acuerdo con un artículo publicado por el periódico español El Mundo, están empleando como medida los “exámenes de empatía”, que básicamente son una apuesta por enseñar la gestión de las emociones en los colegios y escuelas.

Señala el artículo que esa capacidad de “ponerse en el lugar del otro” se puede estudiar científicamente “porque a las personas empáticas se les activan más las llamadas neuronas espejo”, las cuales son las que permiten el “aprendizaje por imitación”, la emulación y también la capacidad de empatía, ya que vivimos la acción del otro como nuestra y nos ayuda a comprenderle.

Las personas tenemos la capacidad de reconocer las emociones de los demás, mirando a la cara y captando sus gestos. Pero también somos muy influenciables, tanto que el estado de ánimo de los demás nos puede afectar haciendo que el nuestro cambie.

En la práctica. Pues bien, en Dinamarca se han tomado muy en serio el aprendizaje de las emociones y le han dado un énfasis tal que también en las islas Canarias, en España, están empleando esta experiencia con la puesto en práctica de una asignatura llamada Educación Emocional y para la Creatividad, en donde lo que se persigue es que los niños aprendan a gestionar sus emociones, a que puedan reconocerlas para luego modificarlas.

Ambas experiencias ponen de manifiesto la importancia de dar un énfasis mucho más importante a las habilidades sociales, a eso que conocemos como “habilidades blandas”, que no es más que aprender primero que nada a ser buenas personas.

Aquí, en Costa Rica, existe una experiencia que bien valdría que el Ministerio de Educación Pública (MEP) le brindara atención para analizar la viabilidad de replicarla en todo el sistema educativo.

Desde hace más de dos décadas, la Escuela Nueva Laboratorio Emma Gamboa, institución pública en donde convergen el mismo MEP y la Facultad de Educación de la UCR en un convenio de cooperación bipartito, utiliza lo que llamamos “padrinos y ahijados”.

Básicamente, esta estrategia consiste en que los estudiantes que están en su último año de la escuela se “emparejen” con los niños que inician su etapa escolar en el nivel Interactivo II, cuya edad es de cinco años.

Esos chicos de sexto grado se encargan de hacer un recibimiento especial a los nuevos “inquilinos” de la escuela para darles una bienvenida especial. A lo largo del año, los acompañan en diferentes procesos de clase y también en algunos períodos de juego en donde departen unos con otros, meriendan juntos y aprenden de sí mismos.

Efectos. Esto tiene un efecto circulante muy poderoso ya que, por un lado, los niños de cinco años se sienten bienvenidos y apoyados en su nueva etapa “fuera del hogar” y, por otro, los chicos de 12 años se posicionan en un lugar donde se sienten importantes para los más pequeños y, mejor aún, despierta en ellos mismos una sensibilidad enorme con respecto “a los otros”.

Es curioso observar como una vez terminada la primaria, ya ellos iniciando su desarrollo de adolescentes en el colegio, es común recibirlos en años posteriores a observar a sus “ahijados” ya un poco más grandes. Es muy interesante observar a estos últimos, cuando ya llegan a sexto grado, ansiosos por ejercer de “padrinos y madrinas” y así invertir esos papeles.

Esta experiencia está basada en el libro Morada de Paz, del escritor hindú Rabindranath Tagore, quien describe la experiencia de su famosa escuela Shantiniketan en la India de inicios del siglo pasado, en donde los niños convivían en una experiencia educativa que priorizaba la lectura, la indagación de la naturaleza, la expresión artística y la convivencia social basada en el respeto y la ayuda mutua, y se hacía especial referencia “al natural cariño” que los jóvenes bengalíes, alumnos de la escuela, expresaban por los niños más pequeños al asumir un rol de “hermanos mayores” acompañándoles en los diferentes quehaceres y juegos en que se encontraban departiendo dentro de la misma escuela.

Es esta pues una buena experiencia que estamos desarrollando en el país y que valdría la pena llevarla a la mayor cantidad de escuelas posibles como una alternativa más para que nuestros estudiantes se “encuentren” entre sí y puedan desarrollar esa habilidad de ser personas empáticas y sensibles, a las cuales les va a costar muchísimo emplear cualquier forma de bullying contra los demás.

El autor es orientador.