Escogiendo al futuro presidente

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Creo que somos muchos los que a estas alturas seguimos indecisos. Sabemos que es un deber patriótico el acercarnos a las urnas a ejercer el derecho al sufragio, y por ello no nos tomamos a la ligera una decisión crucial: no en este momento histórico. Pero, los principales candidatos tienen tanto puntos tanto a favor como en contra, y muchos estamos solamente a la espera de que suceda “algo” que nos facilite la decisión.

Adicionalmente, tenemos claro que la decisión se ve afectada por otras variables, algunas consideradas por los expertos como cruciales en la intención de voto. Así, por ejemplo, sabemos de la importancia de no partir el voto. El presidente, hoy más que nunca, requiere mayoría en la Asamblea Legislativa. Pero todos sabemos que eso es una utopía en Costa Rica, país de donde emergen constantemente partidos políticos y que han logrado abrirse un espacio en el Congreso. Lamentablemente, la Asamblea se convertirá, de nuevo, por egoísmos, inmadurez y egos, en un campo de batalla sin cuartel.

El poder estará repartido entre cuatro o cinco fracciones. Como si no bastara con eso, podemos condimentar la situación con el hecho de que habrá 5 diputados, representando cada uno su propio partido y, claro, sus propios intereses. La bancada oficialista, que objetivamente hablando, será, por cantidad de diputados, como una más del montón, deberá patrocinar alianzas a diestra y siniestra, sin que ello signifique que las cosas vayan a mejorar.

En la Administración Chinchilla Miranda no se reformó el reglamento legislativo y eso significa que el próximo presidente, muy probablemente, arrastrará el mismo problema de ingobernabilidad que enfrentó el actual Gobierno. El próximo presidente y su equipo, no la tendrán nada fácil.

Encuestas y líderes. Estas elecciones se han caracterizado por una mayor cantidad de debates, en donde hemos visto a cada uno de los candidatos exponer muy brevemente sus ideas (para ello, lo mejor es buscar y estudiar los planes de gobierno). En cambio, sí han expuesto sus personalidades, su capacidad intelectual y emocional, y sobre todo, su don de liderazgo. ¿Hay alguno de ellos que usted considere líder? Bueno, yo no.

Ninguno de ellos es caudillo: ninguno mueve masas. Ninguno parece tener “eso” que permite a un presidente dirigir con fluidez el destino del país. Eso que amarra al Gabinete cuando la tormenta acecha, y que hace que su equipo se quede con él por la lealtad que le tienen. Eso que une las ideas del presidente con las del ciudadano y facilita, por el apoyo mediático y popular, una marcha fluida en el Congreso. Por eso, las encuestas son tan débiles. Por eso han sido tan variadas, tan contradictorias. Por eso, no podemos confiarnos de ellas, porque esa falta de liderazgo nos ha impedido sentirnos identificados directamente con alguno de los candidatos y ha propiciado que la intención de voto siga estando dentro de una nebulosa.

Admitámoslo de una vez: los ticos somos más parecidos de lo que creemos. En esta pequeña aldea, todos nos enteramos de las mismas noticias y eventos y, entonces, terminamos pensando de forma similar. Hoy, pensamos que aquel es bueno, y mañana, según lo que diga o haga, lo cambiamos por el otro. De ahí que, si lo analizamos bien, veremos que en cada familia hay un muchacho “rebelde” que piensa votar por Villalta, sin estar seguro de cuál ideología apoya. Todos tienen un tío o papá que votará por Araya porque piensa que es mejor que todo siga así, como está. Una madre o tía que era ciega a la incapacidad política del “doctor” y, aun así, lo apoyaba hasta el final.

En cada hogar tenemos a un socialcristiano confundido pues no comprende cómo los calderonistas de hueso colorado le dieron la espalda a Piza (para ellas “uno de los dos mejores candidatos (el otro es Luis Guillermo”). En cada casa, hay un hermano que opina de política como cualquier otro, pero nunca se ha leído un solo editorial ni mucho menos un foro de opinión. Una prima que ya alcanzó la mayoría de edad, que no ve los debates y en cambio, no se pierde Combate...

Preguntas y conciencia. Araya, Guevara, Solís, Villalta y Piza se repartirán las cinco tajadas más grandes del pastel. Pero solo uno dirigirá los destinos de este país durante los próximos cuatro años. ¿Cuál de ellos asumirá el aplomo para enfrentarse a la presión que ejercen los medios de comunicación y las redes sociales, ante cada error, cada desliz, cada fallo minúsculo que cometa alguno de sus colaboradores? ¿Cuál de ellos tendrá la severidad para imponer con mano dura su postura y opinión ante desplantes como los de nuestro vecino Ortega? ¿Cuál, el que destituya incompetentes y se rodee de gente capaz y leal? ¿Cuál contará con el mejor equipo de asesores y gabinete?

Para mí, lo más importante es que cada costarricense tenga plena conciencia de lo que se avecina. La excusa del abstencionismo quedó en el pasado. Nadie, ninguno de nosotros, escapa hoy a la importante cita en las urnas. Usted, debe votar. No es solo un derecho. Es un deber que en esta elección tiene carácter de obligatoriedad. Y ¿por quién?...