Es posible otra economía

La economía feminista cuestiona supuestos y métodos tradicionales, la autora explica cuáles

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Marzo es el mes en que se conmemoran las luchas que tantas mujeres han dado a lo largo de la historia para proteger sus derechos y abrir caminos a otras que van llegando después.

Consecuentemente, hemos visto todo tipo de manifestaciones: la tradicional marcha por el centro de San José, felicitaciones que —aunque bien intencionadas— no vienen al caso, promociones para vendernos bienes y servicios muy “femeninos”, y foros sobre los diversos desafíos que enfrentan las mujeres.

El más “pintoresco” del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, fue uno conformado únicamente por hombres, quienes discutieron sobre la autonomía económica de las mujeres. Lo organizó el gobierno, que se precia de que ninguna de sus integrantes necesita medidas para participar en política ni ser valoradas ni visibilizadas.

Asimismo, los indicadores económicos que se apartan de las alegres cifras fiscalistas, publicados recientemente, muestran un panorama muy preocupante para la autonomía y superación de las mujeres, y de quienes dependen de ellas.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el año anterior la tasa de desempleo disminuyó, pero no porque más gente haya encontrado trabajo, sino porque las tasas de participación y ocupación laboral bajaron.

Y aunque el gobierno pregone que el desempleo es menor, el resultado se produce a costa, principalmente, de la salida de las mujeres del mercado formal.

Las obligaciones de cuidado que deben asumir principalmente las mujeres las obligan a dejar de buscar trabajos casi siempre mal pagados, mal valorados por la sociedad e incompatibles con sus realidades cotidianas.

Por lo tanto, al hacer un análisis costo-beneficio, encuentran que las opciones menos malas son la informalidad o dedicarse de lleno a labores de cuidado no remuneradas.

Otro elemento que se discute en días recientes es el enorme recorte a las becas del Programa Avancemos y a otros rubros de inversión social, como el transporte estudiantil.

Las consecuencias las cargarán principalmente las mujeres, no solamente porque según la Encuesta nacional de hogares más del 48 % de los hogares costarricenses tienen jefatura femenina, sino también porque a ellas les tocará llevar y traer a sus hijos e hijas a los centros educativos.

La política económica insensible a las necesidades de la población más vulnerable, que en su mayoría son mujeres y quienes dependen de ellas y sus cuidados, revela un serio problema en nuestra escala de valores y forma de entender la economía.

Como toda área de conocimiento, la ciencia económica es una construcción social que evoluciona con el contexto histórico y los avances en estudios de sostenibilidad humana y ecológica.

En la década de los noventa, empezó a surgir una nueva forma de economía que cuestiona los supuestos y métodos de la economía tradicional.

Es la economía feminista, término que no debe entenderse como la contraparte del machismo, sino como elemento de una ecuación que incluye no solamente lo productivo y monetizado, sino también la esfera reproductiva y no remunerada, que sostiene la primera y es invisibilizada por la economía tradicional.

Es decir, busca terminar con la contradicción ancestral y vigente entre las labores domésticas y de reproducción y las retribuidas salarialmente.

Una de sus ramas es la economía de los cuidados. El nuevo enfoque une los espacios históricamente analizados por la economía, esto es, el del mercado, de lo monetario y de la producción, con el “cuidado” o trabajo esencial que hace posible todos los demás.

Sitúa, por consiguiente, en el centro del análisis la sostenibilidad de la vida, confiriéndole un gran potencial a los cuidados como un problema de política pública, con su consecuente poder transformador.

En muchos países, incluido el nuestro, ya se debate ampliamente esta otra forma de construir la ciencia económica y formular políticas que valoren, redistribuyan y remuneren con justicia y equidad las labores de cuidado.

Esperemos que sean los primeros pasos de muchos hacia una nueva y mejor manera de vivir.

ariaslaura15@gmail.com

La autora es economista y especialista en género.