Entidades financieras incorporan la sostenibilidad

El creciente número de entidades financieras que incorporan consideraciones sobre la sostenibilidad ambiental y social es una buena noticia

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El creciente número de entidades financieras que incorporan consideraciones sobre la sostenibilidad ambiental y social es una buena noticia, dada su influencia en el resto de la economía.

Aunque no han estado exentas de críticas dirigidas a quienes aparentan estar haciendo más de lo que realmente hacen, la comunidad internacional busca formas de contrarrestar estas falencias, convencida de la necesidad de fortalecer esta tendencia. No en vano proliferan iniciativas, coaliciones y alianzas para apoyar y guiar al sector en esta tarea.

El sector financiero costarricense puede aprender de esto y hacer las cosas bien. Resulta alentador que tres bancos y una cooperativa estén suscritos a los principios de banca responsable, emitidos por las Naciones Unidas, así como un número similar de administradores de activos y fondos de pensiones.

El menú de acciones es muy amplio. El paso más elemental es centrarse en los canales mediante los cuales los factores de sostenibilidad afectan la rentabilidad y el valor de la entidad, a la vez que atienden problemas de la sociedad: la gestión de riesgos y oportunidades.

Por ejemplo, el cambio climático incide en el futuro de edificios, fábricas y viviendas en ciertas ubicaciones, y, consecuentemente, en el valor de las inversiones, las garantías y la capacidad de pago de los deudores.

Preocupaciones sociales como los ataques cibernéticos, filtraciones de datos privados y venta de productos financieros son un ejemplo de riesgo reputacional con potencial impacto financiero.

Asimismo, hay oportunidades que se deben aprovechar bajo el lente de la sostenibilidad. Cuestiones como los hábitos de consumo relacionados con la salud se convierten en una oportunidad para financiar empresas centradas en la atención de estos. El financiamiento de energía y transporte limpio es otro ejemplo.

Para ir en esta dirección no basta con tener un departamento y unas pocas personas especializadas; es necesario integrar la sostenibilidad en todos los niveles para que forme parte de la cultura organizacional. La aceptación interna y su integración en las diversas funciones no debería ser una tarea difícil por tratarse de acciones con impacto en la rentabilidad de la entidad.

Es más difícil pasar a la siguiente parte del menú: la incorporación de consideraciones de sostenibilidad con el fin de ayudar al planeta y la sociedad tomando en cuenta las necesidades del país donde se opera, los productos y los clientes o sectores principales de la cartera de crédito.

Las metas asociadas al Acuerdo de París y los objetivos de desarrollo sostenible son la guía más utilizada en este contexto. Es difícil no solo por la complejidad de la tarea, sino también porque no siempre es evidente ni hay suficiente convicción de su relevancia para la rentabilidad y el valor de la entidad.

Algunos ejemplos de áreas vulnerables son el financiamiento de poblaciones y mipymes excluidas del sistema financiero y la vivienda de interés social. Frente a los desafíos sociales y ambientales crecientes, otro canal es aliarse con organizaciones dedicadas a atender problemas de salud, educación, alimentación y conservación de la naturaleza, entre otros.

El enfoque que adopte una entidad financiera puede concretarse en instrumentos y productos como los bonos temáticos (verdes, sociales, de género) y los instrumentos vinculados a la sostenibilidad. Otra de las formas de posible acción es considerar en sus decisiones las prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) de los clientes e influir en ellas.

Para avanzar hacia el nivel de ambición, las entidades pueden apoyarse en el arsenal de iniciativas y herramientas metodológicas internacionales, pero también hacer un esfuerzo colaborativo y coordinado entre bancos y otras entidades no bancarias, así como entre estos y otros actores para apalancar las acciones hacia las mismas metas.

La adopción de esta visión es un proceso complejo, por lo cual es de esperar que sea progresivo en alcance y profundidad, pero no se debe ignorar esta tendencia porque hacia allá va el mundo.

ecamacho@academiaca.or.cr

La autora es economista.