En Costa Rica ¡no se puede!

Nos presentamos ante la comunidad científica internacional como un país en retroceso

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Entre noticias de un año económicamente difícil, ingobernabilidad, accidentes mortales de tránsito y agresiones de todo tipo, El Financiero del domingo 23 de enero nos entrega una luz de esperanza, con la noticia de que científicos de la Universidad de Costa Rica desean desarrollar un proyecto de investigación para personalizar la terapia contra el cáncer en pacientes costarricenses con este padecimiento.

La nota periodística señala que, en el 50% de los pacientes con cáncer, existe algún grado de resistencia a la quimioterapia indicada para su enfermedad. El cáncer es la segunda causa de muerte en Costa Rica y significa un problema muy serio, que causa mucha angustia, es de manejo complicado y tiene un costo elevado.

Los estudios clínicos realizados en otros países para personalizar el tratamiento contra el cáncer han beneficiado a los participantes al evitar terapias inefectivas y permitir enfocarse en terapias con mayor potencial de ser eficaces, evitar los efectos secundarios de una quimioterapia infructuosa que puede afectar negativamente a los pacientes, aumentar la supervivencia de las personas con cáncer y reducir los costos al sistema de salud.

Costa Rica tiene toda la capacidad necesaria en talento científico y clínico, infraestructura tecnológica y física y sistema de salud para realizar este tipo de investigaciones. Los investigadores de la Universidad de Costa Rica han revelado su interés y buscan el patrocinio correspondiente de empresas que puedan financiar estos estudios. Los pacientes con cáncer esperan ansiosamente la solución a su dolencia y el mejoramiento de su calidad de vida; existe el modelo exitoso de tales investigaciones en otros países; hay técnicas ya bien establecidas que pueden realizarse en el país y solo se requiere empezar a hacerlo.

Obstáculos. Pero no se puede. No se puede porque la Sala Constitucional, hace dos años, prohibió la investigación en seres humanos. A pesar del antecedente de ser un país con muchísimos años de investigación clínica responsable, respaldada y regulada por un decreto ejecutivo que ha sido modelo latinoamericano en regulación de investigación en seres humanos, la Sala IV ordenó que se emitiera una ley para regular este quehacer y, mientras la Asamblea Legislativa en su ineficaz proceder no hace lo correspondiente, prohibió investigar y dejó desprotegidos a los costarricenses en materia de avance médico y desarrollo científico.

Las consecuencias de esta nefasta prohibición han sido muchas: numerosos pacientes con enfermedades incurables, terminales o resistentes a tratamientos conocidos que no pueden acceder a nuevas terapias potenciales, la desintegración de todo un sector en la economía costarricense con la pérdida de puestos de trabajo y actividad laboral, la menor capacitación y desarrollo de médicos e investigadores en nuevas tecnologías asociadas a la investigación clínica, la fuga de posibilidades de inversión en el país con la ejecución de los estudios en otras naciones... en fin, la abrupta suspensión del desarrollo en investigación clínica en el país.

Los más perjudicados han sido los pacientes, como los mencionados en el artículo de El Financiero , en quienes cierta quimioterapia podría no ser eficaz, pero aun así serían sometidos a ella, con el sufrimiento, desesperanza y gasto que no culminarán con la detención del avance de la enfermedad o su curación.

Hasta hace poco más de dos años, Costa Rica era el modelo latinoamericano en investigación responsable y bien regulada, con excelentes protecciones para los participantes y de avanzada en el conocimiento científico y clínico.

Su contribución al progreso científico y clínico mundial era bien reconocida, por tener una población educada y participantes bien informados en los estudios, la calidad de la información generada, el respaldo de una regulación estatal sólida, el respeto a los principios éticos en la investigación universalmente aceptados, la excelencia en la atención de la salud y por sus profesionales científicos y grupos de apoyo técnico de altísima calidad.

Actualmente nos presentamos ante la comunidad científica internacional como un país en retroceso, frustrado, en donde el exceso de democracia permite que uno o dos diputados o diputadas, que no representan a la mayoría de los costarricenses, impidan la promulgación de la ley que permitiría retomar el camino del impulso científico.

Señores de El Financiero , gracias por su artículo de esperanza, por el rayo de luz periodística, por ponernos a soñar en esta ilusión y oportunidad para los pacientes con cáncer. Pero en Costa Rica, irracionalmente, ¡no se puede!

Jessie Orlich Montejo Directora, Comité Ético Científico, Instituto Costarricense de Investigaciones Clínicas