Elecciones en Irán

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Hay aires de cambio que despiertan esperanza luego de las elecciones en Irán del 14 de junio último y en las que fue elegido el clérigo moderado Hasán Rohaní. Cuán profundos serán, está por verse.

Estas elecciones por sí mismas, resultan en un importante giro de lo sucedido hace cuatro años, cuando en el 2009 se declaró (re)electo a Mahmud Ajmadineyad bajo un halo de fraude y severa represión en contra de la ciudadanía. Imposible de olvidar la muerte de la valiente joven Neda Agha Soltan.

Cuatro años después, la historia se construye diferente, Rohaní ganó con un nivel de participación del 72% y un resultado cercano al 51%, lo cual no solo hizo innecesaria una segunda ronda, sino que le brinda un importante espaldarazo a su mensaje de cambio.

Luego de 8 años de gobierno del ultraconservador Ahmadineyad cuyo administración se ha caracterizado por la represión, un creciente deterioro económico ahondado aún más por las consecuencias de las sanciones comerciales y financieras impuestas por las Naciones Unidas, Estados Unidos y la Unión Europea para frenar el programa nuclear, ha llevado a Irán no solo a un completo aislamiento internacional sino también a una caótica situación económica que golpea a la población.

Rohaní quien prometió en campaña: el levantamiento de restricciones a la Internet, liberar presos políticos y mejorar sus relaciones con la comunidad internacional, de nuevo ha reiterado estas promesas en sus primeras apariciones luego de la elección.

Sin duda su prioridad será la reactivación de la economía, lo cual no podrá lograr sin un cambio de rumbo de parte de Irán en torno a su programa nuclear. De momento, Rohaní ha reiterado estar dispuesto a una mayor transparencia y a un esfuerzo diplomático por mejorar las relaciones con “todos” los países, empezando por sus vecinos, lo cual son señales positivas, pero a las que habrá que poner mucha atención para ver su evolución.

Será difícil encontrar un punto de encuentro que revierta las sanciones, pues la promesa de mayor transparencia igualmente ha sido acompañada por la afirmación de que “el tiempo para suspender el enriquecimiento de uranio ya ha pasado…”

A su favor está el que aun el líder supremo Jameneí está consciente de la necesidad de reformas que liberen de presión y mejoren las condiciones de una población molesta por los niveles de inflación y desempleo. Todo ello crea un ambiente positivo y propicio para una visión más moderada y pragmática que podría significar importantes cambios no solo a nivel de Irán sino en Siria y en el resto de la región.

Por el pueblo iraní y sus vecinos, esperamos así sea.