El último tour de Lance

Armstrongcreyó que elfin justificalos medios

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Todavía recuerdo el primer Tour de Francia que vi en televisión. Era en televisión francesa, entonces no entendía nada, y además solo tuve ojos para el líder en ese momento porque había crecido con un único nombre asociado al ciclismo en mi cabeza: Lance Armstrong. Al final de cuentas ganó, pero no por mucho, y fue, de hecho, el tour más disputado de los siete.

Desde ahí comencé a seguir el ciclismo internacional, y no solo el tour , sino también la vuelta a España, el giro de Italia, las clásicas de Europa (Sí, el ciclismo es más que solo el Tour ) y tengo que admitir que, aunque no sé la razón exacta, nunca apoyé a Armstrong, siempre quería que ganara otro ciclista, y eso implicó llevarme 7 desilusiones... seguidas.

Ahora los que lo apoyaban experimentan esa desilusión. Algunos dirán “yo lo sabía” probablemente solo para aparentar, pero yo, yo lo sabía. Bueno, no, en realidad no lo sabía, pero siempre lo pensé, lo sospeché para jamás terminar de creerlo.

Y los que experimentan esa desilusión la experimentan de golpe, un golpe que algunos otros aficionados nos hemos llevado paulatinamente en esta última década. Porque estos otros aficionados hemos visto caer a nuestros ídolos de la misma manera: EPO, Clembuterol, Fentermina, transfusiones... Todos caídos por el doping . De los 10 primeros lugares de ese primer tour mío, el del 2003, 8 ciclistas han sido asociados con doping en sus carreras y, la mayoría de ellos, sancionados. El Caso Festina, en 1998, comenzó a desempolvar la realidad de que no solo existía el dopaje en el ciclismo, sino que existía un dopaje sistemático y organizado del que los equipos podían llegar a formar parte, le siguieron casos aislados, pero la verdadera bomba se soltó en el 2006 con la Operación Puerto, desmantelando una red gigante de dopaje internacional totalmente instalada en la que participaban ciclistas de todo el mundo y cuyas secuelas llegaron inclusive a salpicar a nuestro propio José Adrián Bonilla y evitando la que habría sido la primera participación de un tico en el Tour de Francia.

El ciclismo y el deporte de élite han sufrido por el doping , siguen sufriendo y probablemente lo seguirán haciendo pero no lloremos por el deporte, lloremos con ira por aquellos que lo difamaron y que fueron víctimas de sus propias ambiciones. Porque el dopaje siempre estará presente, porque siempre va un paso adelante de las medidas para detectarlo, al igual que las bacterias, que siempre van un paso adelante de los antibióticos, mutándose, cambiando, desarrollando nuevas defensas para no ser detectadas. Pero esa no es razón para no creer en el ciclismo, ni mucho menos en el deporte, es más bien la razón para apoyar a quienes lo practican de forma limpia, para quienes confían en su entrenamiento y en su cuerpo y en nada más que eso, es la razón para apoyar a quienes madrugan todos los días, corren, nadan, se montan en su bicicleta, se van al gimnasio, a la cancha o a la pista, es la razón para apoyar, sin medidas, a quienes deciden que el mayor doping es su entrenamiento puro y honesto.

Ningún ciclista, ningún deportista nos debe hacer dudar del deporte competitivo, limpio. Los tramposos que enfrenten las consecuencias y paguen por sus delitos, pero que esas consecuencias no nos desmotiven, que no nos escondan ni que nos hagan dudar sino que más bien reafirmen nuestra afición, nuestro respeto y admiración por el deporte, por el deporte limpio.

No dejemos que ningún ciclista ni ningún deportista aleje a las masas, que no aleje a los patrocinios, que no desmotive a las nuevas generaciones de deportistas de élite, Que no nos haga desfallecer en el apoyo a nuestro Andrey Amador, a nuestro Leo Chacón o a nuestro Nery. Nos podemos desilusionar del falso pero no de la disciplina, jamás del deporte.

No dejemos que los ciclistas y deportistas tramposos tomen el poder.

Lance Armstrong es uno más de esos ciclistas, ciertamente el más grande de todos en caer, pero que, al igual que todos los anteriores, debe expiar su pena y padecer las consecuencias de creer que el fin justifica los medios, y es por eso que ahora, sin proponérselo, sin siquiera pensar que lo llegaría a hacer, enfrenta su último tour , un tour cuya etapa más vista fue en esa entrevista calculada y previsiblemente preparada al lado de Oprah Winfrey , un tour que no ganará, que ya perdió, que lo perdió en su primer Tour , cuando se atrevió a difamar el ciclismo levantando los brazos en el podio de París con una sonrisa en el rostro.