El trabajo del gobierno es mantener las carreteras abiertas

Los planificadores no entienden el tipo de terreno donde se ubican la parte alta de Cambronero y el sempiterno hundimiento en el kilómetro 44 de la ruta 27

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La geología, y particularmente una de sus ramas, la geotecnia, está íntimamente ligada con la ingeniería. Ninguna de las dos, por sí sola, resolverá, por lo menos con la mejor aplicación de la ciencia y la técnica, los problemas mayores que ha enfrentado la civilización y los cimientos en que se funda.

El análisis, estudio y, especialmente, el entendimiento detallado del sustrato sobre el que será desplantada una obra civil son la base para que el diseño sea adecuado al medio donde se ejecutará la obra.

Hay cimientos propios para apoyarse, ya sea sobre arcillas plásticas, arena, suelos rígidos y suelos no tan rígidos, pero es lo primero que debe conocerse y entenderse para diseñar una buena cimentación. Además, hay soluciones aplicables en algunos casos y en otros, no tanto.

Existen dos casos muy específicos en los que aparentemente diseñadores y planificadores de obra no han comprendido la naturaleza con la que se enfrentan bajo la superficie. Cuando se trata de carreteras, este tipo de obras, debido a que discurren por distancias en las que es usual que el medio geológico y la morfología del trazado cambien, casi en forma continua, las soluciones de cimentación o el diseño varían, por lo general, constantemente.

Métodos de diseño y construcción para corte y relleno, para estabilización de taludes, drenajes y rellenos sobre suelos blandos saturados existen, y sin querer ser demasiado específico en un artículo de esta naturaleza y alcance, la ingeniería brinda soluciones a todo problema, siempre y cuando se conozca en detalle su mecánica.

Un edificio alto y esbelto en arena saturada y placas individuales someras con toda certeza se caerá. En el escenario más simple, si el trazado de una carretera se topa con un río, quebrada o cualquier tipo de flujo la solución evidente será siempre un puente.

La carretera nacional número 1, en la parte alta de Cambronero, y el sempiterno hundimiento en el kilómetro 44 de la ruta 27 se ubican sobre zonas de falla con alteración hidrotermal, del tipo más incomprendido por los planificadores.

La alteración “normal” de las rocas se produce de fuera hacia dentro, es decir, desde el exterior o superficie del terreno y progresa hacia el interior del subsuelo, mientras que la alteración hidrotermal proviene del interior de la tierra.

Flujos hidrotermales ascienden a la superficie usualmente a lo largo de fallas geológicas, y el estado de alteración es mucho mayor en profundidad que en superficie. Esto hace que toda acción en la superficie esté destinada, al igual que el resto del tramo de carretera afectado, a que fluya ladera abajo.

Millones de dólares se han perdido flujo abajo en estos dos casos a causa de la incomprensión de que se trata de flujos. Cuando hay un flujo que atravesar con una carretera, se construye un puente. Estos son flujos lentos, pero flujos al fin y al cabo, y seguir insistiendo en rellenar, colocar anclajes, pilotes y muros de contención es alimentar el mismo problema año tras año.

En la ruta 27, mal llamada autopista, se ha colocado toda la colección de obras geotécnicas que hay en los libros de texto, se ha intentado de todo, pero si no se entiende, al igual que en el caso de Cambronero, que se trata de una carretera sobre un flujo de material, como un río de flujo lento que se llevará consigo lo que le pongan sobre él, y que debe ser sobrepasada con puentes, seguirán botando el dinero que pagamos quienes debemos aguantar horas de presas y días de cierres en ambas vías.

El trabajo del gobierno no es cerrar carreteras, sino mantenerlas abiertas. Las vías no son del Conavi, sino públicas. Así como cuando alguien bloquea las calles para protestar por lo que sea, mandan antimotines, ahora tenemos al Conavi inhabilitando temporal y alegremente las vías, alegando que han sido abandonadas durante más de 40 años. El abandono, por el contrario, ha sido precisamente por parte de ellos y los gobiernos de turno. ¿Qué antimotines deberemos mandar al gobierno por impedir el libre tránsito?

El trabajo del gobierno es mantener las carreteras y rutas nacionales abiertas, no cerradas. Es más fácil dejar que el concesionario de una de estas rutas cobre peajes en una carretera intransitable que tomar la decisión de cancelar el contrato y trabajar en la construcción de la carretera que merecemos los costarricenses.

Es más fácil poner una barricada y oficiales de tránsito a impedir el libre tránsito, al que tenemos derecho, que trabajar en la reconstrucción de la ruta 1. Este, como todos los gobiernos anteriores, prefiere lo fácil.

Las rutas nacionales son públicas, y el deber del gobierno no es cerrarlas, insisto, sino mantenerlas abiertas y operativas. Nosotros elegimos al administrador de turno, no al dueño de turno de la cosa pública.

rprotti@geotestcr.com

El autor es geólogo, consultor privado en hidrogeología y geotecnia desde hace 40 años. Ha publicado artículos en la Revista Geológica de América Central y en la del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH).