El trabajo de la danza

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La danza es vida absoluta, es soporte vibrante que enaltece nuestro paso por el mundo e ilusiona al universo. Durante mis treinta años de carrera profesional en este arte en Costa Rica, he conocido y formado a muchos bailarines que en la actualidad son parte de un movimiento muy sólido.

El 23, 24 y 25 de agosto, en el Teatro Popular Melico Salazar, se graduará la tercera generación de bailarines –intérpretes del Conservatorio El Barco– con la obra de canto y danza Teogonía de los Planetas. Veintiocho nuevos bailarines llegan a la escena nacional con especial talento y excelentemente formados en un programa de estudios multidisciplinario que les brindó la oportunidad de autodescubrirse como artistas a través clases teóricas, prácticas y de investigación en todo tipo de disciplinas.

Arduos años. Iniciaron su aventura formativa en febrero del 2010 y, desde entonces, han pasado muchas horas, de lunes a viernes, de 8.30 a. m. a 5 p. m., incluidos fines de semana, para que en este agosto consigan su añorada meta. Cumplieron su faena entregando todo por ese sueño de ser profesionales en Costa Rica y a nivel internacional. Escogieron escapar de la mediocridad que abunda en nuestro medio complaciente, distorsionado por la falsa visión de los “iguali-ticos”, que fomentan la copia, el simulacro y la apariencia. Hoy regresan también a ellos los sueños que se sucedieron desde entonces, y los miedos con sus máscaras reaparecen en las imágenes en el espejo, en sus luchas personales, familiares y sociales. Se enfrentaron a sí mismos y despertaron el diamante dormido que llevaban dentro, y que reluce hoy desde lo profundo a cielo abierto.

El bailarín independiente. Pero ¿estamos como país dando oportunidades laborales a estos nuevos bailarines? ¡Rotundamente, no! Es urgente dar un giro a la anquilosada forma de gestionar y apoyar el desarrollo cultural de Costa Rica. Con nuestra antigua política institucional, lo único que fomentamos es la mediocridad. El movimiento costarricense de danza independiente merece en estos momentos todo nuestro apoyo y preocupación. Desde hace muchos años es evidente que los grupos independientes son los que realmente nos representan en el campo de la danza. Sus propuestas, nivel de bailarines, búsquedas artísticas y reconocimiento internacional han colocado a este país en el mundo de la danza, y son parte de la industria cultural que genera economía.

Sin ser exhaustivo, mencionaré algunas de las agrupaciones de danza independiente activas en el país: Las Hijas de Otro, Nana+na, Colectivo Clá, La Chancha Valancha, Los Inhato, 4Pelos/Losdenmedium, Diquis Tiquis, La Santa Chochera, Inquieta Res, Post Hoc, Grupo Escénico de Paso, Lo que es Arriba, Plop, Los que Somos, Teatro las Afueras, Punto Muerto, La Piel de Naranja, Danza Vitral, Imago Danza, Speculum Mundi y Graffiti. Ellos esperan de nosotros más que una palmadita en la espalda, ellos mantienen una agenda de presentaciones en el país y el extranjero, a pesar de las grandes dificultades.

Plataformas de producción. Se requieren plataformas de producción constantes, en las que puedan concursar sus nuevas creaciones, bolsas económicas para viajes de alto perfil artístico, accesibilidad a teatros y espacios, entre otras muchas opciones. Como país debemos atender y promover su crecimiento democratizando los presupuestos de cultura destinados a la danza. El movimiento de danza en Costa Rica cambió, y hoy es fundamental brindarles trabajo, oportunidades y competencia en igualdad de condiciones. Es urgente unificar y dar un vuelco a la manera en que las instituciones del Estado ven, promueven y gestionan los presupuestos y políticas culturales. El movimiento de la danza debe ser uno solo en igualdad de oportunidades, condiciones laborales y sociales.

Un barco partió, pero dejó anidando a la esperanza. Desde ahora navegará hacia el puerto desconocido y seductor del arte.

Los invito a la obra Teogonía de los Planetas para que juzguen ustedes mismos.