El presidente puede padecer parapráxis

Luis Guillermo Solís debe haber tenido una aspiración de una alianza con el ALBA

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Fue un acto imborrable. La imagen de un video de la cadena venezolana Telesur muestra el momento en que Luis Guillermo Solís sale del recinto de la Asamblea General junto con la primera dama y el canciller. Además de imborrable, es un hecho irreversible. Lo acontecido quedó grabado en la comunidad internacional.

El canciller de Brasil, José Serra, declaró al famoso medio brasileño O Globo que “la negativa a escuchar a Temer era esperable de parte de los representantes del ALBA, pero no de Costa Rica”.

En el ambiente nacional, el PLN emitió un pronunciamiento que condena “la alianza de facto con el ALBA”. La expresidenta Laura Chinchilla suscribió “en su totalidad” el pronunciamiento.

El expresidente Calderón dijo que Solís creó “una mala impresión en el continente al tener esos aliados (Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua)” y que esperaba fueran solo “circunstanciales”

El editorial de La Nación del 5 de octubre opina que la protesta de Solís “reviste extraordinaria importancia para los costarricenses. La voz de Costa Rica pesa por su compromiso con los principios democráticos (…). Esos atributos pierden todo valor si los ponemos al servicio de un acto teatral intempestivo e inexplicable en circunstancias que inevitablemente nos asocian con la Alianza Bolivariana”.

Nadie se cuestiona cuáles serían las consecuencias si este fue un acto deliberado y no “un acto teatral intempestivo e inexplicable”. O sea, un acto premeditado.

Lapsus. Hay un fenómeno muy usado en psicología, especialmente en psicoanálisis a partir de Freud, cuyo significado original, conocido como parapráxis, se refiere a una equivocación cometida por un descuido involuntario de una persona. “Lo que quiero, pero no puedo decir, se me escapó”. Un lapsus.

Una relajación del control de la voluntad y de la atención. Específicamente, en el tema de los lapsus, Freud profundizó una descripción del mecanismo de su formación en su libro llamado Psicopatología de la vida cotidiana.

La explicación dada por Freud (y por los psicoanalistas en general) radica en el afloramiento de deseos inconscientes generalmente producidos en momentos de estrés, ansiedad, angustia o déficits de atención cuando se relaja la censura, haciendo posible que lo reprimido retorne.

No es una mera tesis freudiana. La cuestión de los lapsus abarca a casi toda actividad humana en la que participan las funciones psíquicas superiores, principalmente –aunque no únicamente– aquellas en las que se encuentran involucradas las áreas subcorticales y basales, en las cuales se mantiene la memoria humana, y las áreas corticales de síntesis en el lóbulo frontal.

Lo reprimido consiste principalmente en un deseo desplazado o expulsado desde la conciencia hacia el sistema inconsciente por imperativos como la necesidad de esconder algo. Sin embargo, aun cuando la represión sea continuada, si el deseo reprimido posee la suficiente intensidad, en algún momento en que se relajan las instancias censuradoras por fatiga o por licor o drogas, es entonces cuando ocurre el lapsus.

Impulso bolivariano. En la citada Psicopatología de la vida cotidiana, Freud menciona gran cantidad de ejemplos de lapsus. Al mismo Freud le ocurrió en el curso de una acalorada asamblea decir: “Combatamos ahora el cuarto punto del orden del día”, cuando lo que intentó decir fue: “Abordemos ahora el cuarto punto del orden del día”, aunque su deseo inconsciente era combatirlo.

Estamos advertidos. Don Luis Guillermo Solís debe haber tenido una aspiración de una alianza con el ALBA. Por razones de interés político lo sumió al inconsciente. Pero en el ambiente de las Naciones Unidas tuvo un lapsus, su sueño venció el control de la voluntad, se puso de pie y salió del salón para alterar la orientación de su administración.

Este hecho ante la Asamblea General de la ONU no es el tema superficial que a menudo precipita fugaces escándalos en la prensa y la Asamblea. Dejó sembrada en nuestra gente la idea de que en vez de protegernos del totalitarismo de izquierda, don Luis Guillermo está buscando una alianza con Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.

Faltan muchos meses en que los costarricenses y sus representantes deben estar en guardia para protegerse de su propio presidente.

El autor es médico.