El PLN en agonía

Desde la vergonzosa derrota del 2014, la cúpula liberacionista desoye el mensaje del electorado

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El Partido Liberación Nacional (PLN) apareció en el escenario político a mediados del siglo pasado con un proyecto ideológico y programático sólido.

El PLN adecuó las ideas de la socialdemocracia internacional a las realidades económicas, sociales y políticas del país.

Con la promoción de un sinnúmero de leyes, la creación de importantes instituciones y la ejecución de múltiples obras, la contribución de la agrupación política al progreso y al bienestar de los habitantes de la nación es incuestionable e inestimable.

En su seno germinaron la mayor parte de las ideas que forjaron la Costa Rica moderna y colocaron los cimientos que posibilitaron alcanzar un considerable desarrollo.

En sus primeras décadas de existencia, fue una agrupación unida, con una gran vocación por el estudio de los problemas nacionales, que privilegiaba la capacitación de sus dirigentes.

En esos tiempos, el proyecto común que prevaleció sobre los personalismos y las desavenencias de sus principales líderes, junto con la fortaleza de esos liderazgos, configuraron la fórmula que permitió aglutinar a los dirigentes de base y constituir una robusta maquinaria electoral en todo el territorio.

Pero la gloria del PLN se fue desvaneciendo y en la actualidad la preponderancia del electoralismo sobre los procesos de reflexión, estudio y capacitación repercute negativamente en la calidad de sus dirigentes.

La virulencia de los procesos electorales internos, donde predomina el ataque desleal y artero, crea obstáculos para la reconciliación, produce exclusiones que erosionan la necesaria cohesión y debilitan los engranajes de su cacareada maquinaria, que, dicho sea de paso, ya no tiene el peso de antes.

También, las acciones que contradicen sus planteamientos ideológicos y programáticos han contribuido a su descrédito y a la pérdida de valiosos aliados en los ámbitos académico, profesional, sindical y campesino, y en la esfera de otras organizaciones de la sociedad civil.

Pero el abrumador rechazo del electorado tiene que ver, fundamentalmente, con aspectos éticos y morales, con la pérdida de credibilidad de los dirigentes, con la percepción de que la corrupción está institucionalizada, percepción abonada por la inacción y la permisividad que han mostrado las máximas instancias partidarias.

Desde la vergonzosa derrota del 2014, la cúpula liberacionista desoye el mensaje del electorado, no realiza la necesaria tarea de autocrítica, minimiza los problemas ocasionados por la falta de probidad de algunos dirigentes, no aplica los correctivos ni las medidas precautorias para evitarlos y continúa viviendo de las glorias pasadas.

Esa actitud es la causa principal de las derrotas sufridas en las tres últimas elecciones presidenciales y de los exiguos resultados en igual cantidad de procesos municipales.

La pérdida de catorce alcaldías y de veintiocho regidurías el 4 de febrero —en comparación con las elecciones del 2020— confirma la tendencia a la baja de su ya reducido caudal electoral.

El reiterado rechazo en las urnas obligaba al PLN a realizar un proceso de autocrítica que le ayudara a subsanar los errores y las deficiencias que los ciudadanos le reclaman.

Sorprendente e incomprensiblemente, tal reconocimiento nunca se hizo, y sus altos dirigentes se comportan como si nada hubiera sucedido, como si el partido no estuviera en una profunda crisis o en estado de agonía.

No se han ocupado de depurar y llevar a cabo el remozamiento necesario para recuperar la confianza y el apoyo mayoritario del electorado, de establecer estrictos requisitos con vistas a garantizar la idoneidad e integridad de los candidatos a puestos de elección popular y de los que se designan en cargos de gobierno.

Tampoco han promovido reformas estatutarias que profundicen la democracia interna, ampliando, por ejemplo, la cantidad de miembros de las asambleas o estableciendo padrones con una base más amplia de militantes, que rompa los estrechos círculos en los que predominan el “amiguismo” y el nepotismo por sobre la idoneidad y la meritocracia, lo que deriva en silencios cómplices y prácticas corruptas.

A Liberación Nacional le será difícil, casi imposible, revertir la percepción negativa del electorado y salir de la agonía si su alta dirigencia sigue ignorando las demandas de renovación y probidad, o si prevalecen algunas figuras que la ciudadanía rechaza.

Si no se produce un cambio de actitud, si no se toman medidas radicales y valientes, si no se entiende que el rescate del PLN no puede estar en las manos de quienes lo tienen al borde del abismo, la agrupación política, que ha sido durante más de siete décadas la principal fuerza política, se encamina, irremediablemente, hacia su desaparición.

luisparisc@yahoo.com

El autor es exembajador.