El patrimonial Sanatorio Durán

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El tratamiento de la tuberculosis en la primera mitad del siglo XX se realizó en dos centros hospitalarios especializados: el Hospital Antituberculoso, que llevó el nombre del tisiólogo Dr. Rauìl Blanco Cervantes, y el Sanatorio denominado como su principal impulsor: Dr. Carlos Durán Cartín.

Según cuenta el Dr. Fernando Morales Martínez, una vez que la tuberculosis dejó de ser “tratada como tratamiento intrahospitalario pues se llegó al convencimiento de que era mejor tratarla en la comunidad o domicilio de cada una de las personas afectadas”, el Hospital Antituberculoso se transformó en Hospital Geriátrico, tal como funciona actualmente.

El Sanatorio se construyó en 1915 con todos los servicios hospitalarios y 300 camas para enfermos. En esa época no había un seguro social en nuestro país. Los hospitales San Juan de Dios y Chapuí eran financiados con fondos de la lotería de la Junta de Caridad (luego, de Protección Social de San José) y contribuciones voluntarias de recursos humanos y materiales.

En las postrimerías de la Primera República, los médicos con sensibilidad social se involucraban en actividades políticas. El Dr. Durán, vicepresidente de la República, investigador de la medicina, representa el “modelo del médico” cuya profesión lo hace atender directamente pacientes, pero también promover instituciones que favorezcan en mejor forma la atención integral de la enfermedad; entre otras instituciones, impulsó Asilo Chapuí y el Sanatorio antituberculoso, convencido de que su labor profesional y ciudadana trascendía la consulta privada.

Por eso, la declaratoria del Sanatorio Durán como patrimonio nacional no solo permitiría mantener un inmueble que arquitectónicamente reúne todos los requisitos para ello, sino que también permitiría seguir honrando al Dr. Durán y rescatar, para la historia, para la reflexión y para el futuro, un inmueble símbolo y clave en la historia de la lucha contra la tuberculosis y de la salud pública costarricense.

Hace algún tiempo, en este mismo espacio, abogué por su restauración y escribí que sería deseable que, al celebrar su centenario, “sea un espacio recuperado quizás para un museo de historia de la salud pública; un complejo que permita a las instituciones estatales la realización de seminarios; un hotel como los ‘paradores’ españoles, que mezclan historia y turismo para salvar del deterioro las obras patrimoniales; o, simplemente, un lugar para ir a pasear, admirar las hermosas vistas y respirar ese aire puro, ¡el mejor del país!” ( La Nación , 27-09-2010).

Hoy, ese sueño –cuya materialización se inicia con su restauración– está más cerca que nunca de ser una realidad, pues la Comisión Nacional de Patrimonio Histórico-Arquitectónico ha recomendado al ministro de Cultura firmar la declaratoria de inmueble patrimonial.

No obstante, por inexplicables razones, el ministro no ha firmado el decreto. Si el ministro de Cultura no va a respaldar la recomendación de la Comisión Nacional para declarar como edificio patrimonial histórico-arquitectónico al Sanatorio Durán, debe, por lo menos, dar una razonable explicación sobre su proceder.