El oportuno derrame en el Golfo

Nos enrumbamos al colapso de ecosistemas donde conviven también seres humanos

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Expertos calculan que tomará tres meses detener la catástrofe ecológica suscitada en días recientes en el golfo de México. Detenerla. No hablan de restaurar el ecosistema a su relativa riqueza habitual. Porque después de esta desgracia, esa costa sur estadounidense cambiará por décadas.

Hay quienes han bautizado a este evento “el Katrina de Obama”. No lo creo. El Katrina fue de Bush. Este es el derrame de Obama. Y de su equipo, por supuesto. Lo digo en especial recordando a Rahm Emanuel, su jefe de despacho en la Casa Blanca, y a su cita histórica al inicio de la crisis financiera global en 2008: nunca desaproveches una crisis. O como dicen en China: “wei ji”, que significa tanto crisis como oportunidad.

Así pues, este debe ser un oportuno derrame para Obama. Por ejemplo, podría servir para, de una vez por todas, romper el hielo y empezar a hablar del verdadero problema que existe en el planeta respecto a los combustibles fósiles.

Hablamos monotemáticamente de emisiones, impuestos y créditos de carbono, y eso nos conducirá a generar un nuevo mercado financiero global, no a resolver el problema ecológico planetario. Espero que la parte financiera resulte exitosa, de verdad que sí. Necesitamos que empiece a moverse el capital en dirección del medio ambiente en masivas cantidades. Eso impulsará la necesaria transformación tecnológica para mejorar la eficiencia en la generación y el consumo energético mundial.

Degradación del ambiente. Pero antes que eso, deseo que logremos captar la dimensión del conflicto al que nos estamos enfrentando. El petróleo en el golfo de México –tan cercano a nuestro país– se diluye en el mar y en la arena muy lentamente. La degradación medioambiental es equivalente a una bomba nuclear para la vida de ese hábitat. Debemos entender que las emisiones de carbono son uno de varios tipos de contaminación que genera el consumo de combustibles fósiles. Nos permite obtener la energía que requerimos para vivir con más comodidad.

Debemos pronosticar lo que sucedería si lanzáramos al ambiente el desecho de todos los combustibles fósiles que aún no hemos extraído de la tierra.

La oportunidad que tiene Obama es demostrar, con su habilidad retórica, el camino para alcanzar la sostenibilidad al menos en tres aspectos fundamentales, en este orden: ecológica, social y financiera. Debemos ser críticos ante el argumento económico que afirma que cero contaminación no es una estrategia socialmente óptima. Eso nos ha hecho complacientes y tolerantes. Eso era válido hace un siglo, cuando estábamos muy lejos de alcanzar los límites de la capacidad portante de nuestro ecosistema planetario.

Hoy ya hemos cruzado este umbral y nos enrumbamos al colapso de algunos ecosistemas donde conviven también seres humanos. Así, lo que sucede en las costas de Nueva Orleans sucede también en los bosques lluviosos que están siendo talados, en las represas que están siendo levantadas en ríos que alimentan cuencas de riquísima biodiversidad, y en las enormes reservas de recursos naturales como tierra fértil que es urbanizada, mantos acuíferos que se agotan, o enormes cantidades de animales que consumimos hasta la extinción, como está sucediendo con el atún azul, otrora tan abundante.

Un buen propósito sería proponer las reglas internacionales necesarias para que semejante error humano no se repita jamás. Para ello, habría que sacudir las bases de lo que habitualmente creemos respecto al diagnóstico del conflicto. Solo así podremos imaginar soluciones pensando de manera diferente a como lo hemos creado, como sugirió Einstein.

Todavía generamos electricidad como lo hacíamos hace un siglo: quemando carbón y petróleo. Las cuencas hidrográficas tienen límite. Al aumentar el confort de nuestras vidas aumenta nuestro consumo de energía. Sin olvidar que este año 2010 alcanzaremos los 7.000 millones de habitantes que son en promedio más ricos de lo que éramos cuando éramos la mitad, y que, hagamos lo que hagamos respecto al crecimiento demográfico, lo más probable es que alcancemos los 9.000 millones para el 2050. Así que debemos pensar con ese contexto en mente para hacer lo necesario y acelerar la transformación.

Los problemas económicos, políticos, sociales, ambientales, tecnológicos y financieros tienen el común denominador de la sostenibilidad. Si pensáramos en términos de restauración de nuestro entorno por medio de nuestros actos, si entendiéramos las externalidades que tiene nuestro estilo de vida y si calculáramos el costo de tomar estas decisiones más adelante, entenderíamos que estamos ante un conflicto primordialmente ético.

Goleman dedica su obra Inteligencia Ecológica a sus nietos, y a los nietos de sus nietos. Esa capacidad de visualizar el futuro seis generaciones hacia delante es el liderazgo que queremos ver en nuestros políticos, en nuestros maestros, en nuestros empresarios, en nuestros guías espirituales, en nuestros activistas.

Obama es un revolucionario. Su sensibilidad ha movido grandes masas en el mundo entero. Ahora debe detener el mar, y a la vez reforzar la institucionalidad internacional que mancilló su predecesor, motivando, paralelamente, a la industria energética del futuro a que asuma el reto con el liderazgo que caracteriza a nuestra especie humana. Él estará a la altura del desafío. Sabemos que nuestras nuevas autoridades nacionales también lo están.