El maestro que lee ilumina

Leer es sencillo y barato, pero solo se logra abriendo los libros y motivando el alma

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Con sus ojos celestes, durante la reciente visita a Costa Rica, Inger Enkvist repasó nuevamente la educación de los niños, los libros, los maestros y el gran esfuerzo educativo de Costa Rica. Esta educadora sueca ha venido tres veces a nuestro país. Esta vez solo se dedicó al tema educativo, pues antes vino como filóloga. Sus observaciones fueron propicias para mejorar los fundamentos de la educación.

Su reciente visita abarcó un amplio encuentro con la educación. Todos los días dio al menos una conferencia magistral, con preguntas de los asistentes. En la Universidad de Costa Rica, el Ministerio de Educación Pública, el Instituto de Servicio Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores, la Asamblea Legislativa y con los maestros de Puriscal expuso sus ideas. Muchos tuvieron la oportunidad de escucharla en sus consistente mensaje por una educación sólida y exigente.

Sueca universal. Su mensaje silencioso y contundente fue, entre otros temas, el mejorar el hábito de lectura de los educadores. Primero, para que mejoren su nivel intelectual, pues ellos deben tener un fundamento cultural alto. Los niños, y en general todos los que tienen que ver con el proceso educativo, van a obtener magníficos resultados cuando tengan un hábito amplio de lectura. La formación intelectual del maestro es fundamental para dar el gran salto, pues, como señala la Dra. Enkvist, lo clave es que el educador debe leer mucho, hoy y mañana.

Es algo sencillo y barato, pero solo se logra abriendo los libros y motivando el alma para ello. Pues quien lee, tiene mejor capacidad para expresarse, estudiar, escribir y entender mejor los retos educativos presentes y futuros.

Así lo han demostrado investigaciones por más de cuatro años en las universidades suecas. Un profesor de Economía y Derecho, amplió el programa de estudios para que los alumnos leyeran quince libros por semestre. Libros de cultura general, bien escogidos de tópicos diferentes. Resultado: esos jóvenes graduados redactaban muy bien, sabían hacer proyectos y las empresas se ahorraron el tener que capacitar más a los jóvenes profesionales. En ellos había ya impreso un cambio profundo a causa de la lectura.

Motivar con inteligencia. La educadora Enkvist aboga por un silencio creador que permita leer aunque sea por momentos cortos, todos los días. La lectura tiene una gran fuerza motora de cambio. Hoy, la cantidad de videos, juegos, horas de televisión y de música descalabran la capacidad de concentración de muchos jóvenes.

Hay que lograr leer al menos una página al día en la escuela, de manera constante, a fin de mantener una cultura de la lectura viva.

Para motivar la lectura en la familia, hay que pensar quién puede ser el líder. Alguien con gracia, con simpatía. Podría ser un abuelo o un hermano, o los propios padres de familia. Es una labor lenta y conviene escoger para ello lecturas que atraigan. No se pueden escoger las lecturas que estén en el primer anaquel de la farmacia, a la salida del supermercado. Hay que saber elegir, ponderar y pedir consejo sobre lo que se ha de leer.

Visitar la biblioteca es importante. Pues malas lecturas son pérdidas de tiempo que nadie quiere. Se trata de adaptar todo a las capacidades de cada uno, de manera que sea algo agradable, que distienda y mueva a los que no tienen el hábito de la lectura.

Suman a la buena lectura la correcta iluminación, el sitio en donde podemos tener silencio, la no interrupción.

Diplomáticos de inmensa memoria. Recuerdo una negociación diplomática con Colombia. Nuestra contraparte era presidida por un gran amigo de Costa Rica, don Indalecio Liévano Aguirre, ministro de Asuntos Exteriores de Colombia. Cuando a las 11 de la noche la negociación concluyó, el ministro de Relaciones Exteriores costarricense, Gonzalo J. Facio, inició la declamación de poesía clásica de la literatura hispanoamericana, la cual fue respondida por numerosas poesías clásicas a cargo de don Indalecio.

Así, el ir y venir de poesía de Costa Rica a Colombia llegó hasta la una de la mañana. Eran dos representantes de una generación que aprendió a escribir y a leer sin radio y sin televisión, y la lectura les ayudó a formar carácter e inteligencia con una memoria de pozo profundo.

Hábitos exigentes. La Dra. Inger Enkvist llama la atención frente al sesgo antiintelectual que quieren darle muchos académicos a la actividad educativa. Se habla del disfrute y no se habla de la exigencia que debe lograr el estudiante para salir adelante en sus estudios.

La lectura bien orientada no necesariamente tiene que estar apegada a las últimas novedades, que algunas veces pueden ser buenas.

Sin embargo, el lector que ayuda a construir intereses en los jóvenes debe buscar lecturas interesantes que despierten ilusión, pero también que formen bien la cabeza del joven.

Ella repitió permanentemente la idea de que el estudiante que tiene hábitos de lectura mejora el entendimiento de los problemas matemáticos, abre espacios increíbles. Todo se inicia en la primera página del libro.

El autor es diplomático.