El ICE y la (in)competencia

El ICE y sus empresas han sido incapaces de aprovechar las fortalezas que se les otorgaron

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Cuando fui diputada, me informaron que Racsa andaba mal. Hice una investigación y las autoridades de entonces sostenían que Racsa estaba perfectamente bien, marchaba a las mil maravillas y su futuro estaba asegurado. Pero Racsa está quebrada o le falta poco para estarlo, como sabemos hoy.

Luego, recibí preocupantes informes del Data Center que el ICE construyó en Guatuso de Cartago. Una vez más, las respuestas, en este caso del ICE, fueron, de manera rotunda, que el proyecto se desarrollaba dentro de lo planeado, que no eran ciertas las dudas sobre su viabilidad financiera y que iba a ser explotado comercialmente, “muy pronto”, de manera exitosa.

El jueves, por un esclarecedor artículo de don Ottón Solís –publicado en este diario– nos enteramos de que este es otro de los estrepitosos fracasos del ICE.

A estos dos multimillonarios descalabros, deben sumarse la compra de una costosa plataforma de “TV sobre IP”, hace varios años y que nunca fue explotada comercialmente, las pérdidas en Balsa Superior, la adquisición de un operador virtual a un precio que aún desconocemos y ni sabemos para qué se adquirió y, finalmente, la compra de Cable Visión que, según se informó, una vez en poder del ICE empezó a producir millonarias pérdidas que se prolongarán mucho el tiempo. El resultado es que el ICE muestra hoy, en sus dos grandes áreas, números rojos.

Origen del problema. Cabe preguntarse entonces: lo que hace daño al ICE y a sus empresas, ¿es la competencia o la incompetencia? La evidencia sugiere lo segundo.

Me explico. Antes de la apertura de los servicios de telefonía celular e Internet, la Asamblea Legislativa aprobó una vigorosa legislación para fortalecer al ICE y a sus empresas.

La ley dotó al Instituto de un procedimiento de contratación administrativa sumamente expedito y a sus subsidiarias –CNFL, Racsa Y Cricsa– de la autorización para contratar como privados según el derecho comercial. Aunado a ello, a las tres empresas del ICE se les ratificó, sin trámite previo, todas las concesiones que tenían ya por un periodo de 25 años; se les dio libertad para contratar y remunerar a su personal; se creó para ellas la figura legal de la alianza y de sociedades mixtas para que encontraran, entre lo mejor del mercado, a sus aliados y socios a fin de hacer frente, con apropiado músculo, la competencia que se avecinaba. Es decir, fueron fortalecidas y preparadas debidamente.

Pero el ICE y sus empresas no han sido capaces de aprovechar las sólidas fortalezas que se les otorgaron y, por el contrario, otros con menos ventajas sacan provecho de las incompetencias de la empresa estatal.

Sin embargo, esto solo explicaría la pérdida de medio millón de clientes en pocos meses. Las pérdidas económicas, contabilizadas en cientos de millones de dólares, con el Data Center de Guatuso, la quiebra de Racsa, el desuso de la plataforma “TV sobre IP”, las de Cable Visión, la inutilidad del operador virtual que compró sin saber cómo, a qué costo y para qué, y las que registra Balsa Inferior –responsabilidad compartida por el ICE y la CNFL– son, sin duda, fruto de su propia incompetencia.

A esto debe ponérsele coto; lo que está en juego es el modelo mixto de las telecomunicaciones, que funciona con éxito en otras áreas, como seguros y banca. No tiene por qué ser diferente en telecomunicaciones y energía.

Lorena Vásquez Badilla fue diputada por el Partido Unidad Social Cristiana en el periodo 2006-2010.