El ejercicio de la democracia

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Los costarricenses somos muy dados a enorgullecernos de nuestra democracia, esa cacareada democracia que ya ni los 15 de setiembre existe, a pesar de las banderitas en los vehículos y el canto del Himno Nacional la víspera a las 6 p.m.

En la Constitución Política está claro el concepto y funcionamiento de la democracia política: no se mencionan otras democracias como la económica que está en vía de incorporarse por reforma constitucional.

Pero la praxis de la democracia es fatal: el tico abusa del derecho ajeno constantemente y esto es un irrespeto a la democracia que se fundamenta en los derechos de los demás.

El costarricense se contenta con emitir su voto en las elecciones nacionales cada cuatro años y cree que con ello ya le hizo un servicio a la patria.

Nada menos cierto que eso, puesto que a la patria y a la democracia se les debe respetar y servir todo el tiempo.

Para colmo de males ya ni los maestros ni sus alumnos respetan los signos de la patria. El pasado 15 de setiembre un bochornoso espectáculo protagonizado por estudiantes, a gusto y paciencia de sus maestros, y tenemos la impresión que con su ayuda o inducción irrespetaron nada menos que al Presidente de la República en quien, junto con los diputados y los munícipes, se encarna nuestra democracia.

Estos signos de los tiempos son graves: cuando ya ni el día de la Independencia se respeta. ¿Qué podemos esperar?

Pienso que lo único que puede ayudar a enderezar el camino torcido que llevamos, hacia un futuro incierto, es una resureccción del espíritu de nuestros ancestros, que crearon este país que se sostiene gracias a su pasado.

En momentos en que el mundo se transforma aceleradamente y la civilización avanza con pasos rápidos hacia el tercer milenio, los ticos nos empeñamos en poner toda clase de piedras en el camino a nuestros gobernantes, electos por una mayoría de compatriotas, en elecciones libres. Y me refiero a la elección y a los titulares tanto del Poder Ejecutivo (Presidente y Vicepresidente) como del Poder Legislativo (diputados).

Es preciso que quienes podemos, hagamos nuestro mejor esfuerzo, en el trabajo, en la cátedra, en el deporte, en la vida social y diaria, en todo lado, por rescatar los valores tradicionales del respeto a los mayores, a los signos patrios, a las autoridades del gobierno: que paguemos los impuestos debidos, respetemos el derecho del vecino y cumplamos nuestra responsabilidad cívica y personal con toda seriedad, de manera que este país mejore.

Para ello es preciso una reconversión de todo nuestro sistema de vida: y esto va tanto para patronos como para trabajadores, estudiantes y profesores, empleados y funcionarios públicos, en fin, para todos los habitantes del país.

Si no lo hacemos pecaremos de omisión, que es tan grave como de acción: el pecado será no haber hecho nada por salvar este país del que tan orgullosos decimos estar y condenarlo al desorden, la irresponsabilidad y al retroceso económico, social y político.