El ejemplo de don José Joaquín

El expresidente Trejos fue una persona capaz de encontrar los caminos para salir del atolladero

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Cincinato (519-439 a.C.) fue patricio, cónsul, general y dictador romano durante un breve periodo por orden del Senado. Frente a una invasión, los patricios romanos buscaron a Cincinato.

Cuenta Plutarco ( Vidas paralelas ) que estaba con las manos en el arado cuando le llegó el requerimiento. A la mañana siguiente se presentó en el Foro con la toga de dictador y llamó a todos los romanos a las armas. Se puso al frente de las tropas y ganó la batalla. Cumplida su misión, se despojó de la toga de dictador, transcurridos apenas seis días, y renunció al poder y se reintegró a su arado.

Así también le ocurrió al expresidente José Joaquín Trejos Fernández. Frente a las dificultades económicas y el peligro de la entronización en el poder de un solo partido, con la oposición dividida, un grupo de ciudadanos fue a buscarlo. Lo encontraron en las aulas y en su librería, y le pidieron que encabezara la batalla política.

Cuando al cabo de cuatro años de prosperidad terminó su mandato, él mismo quiso impedirse la reelección con el objetivo de volver a sus quehaceres de profesor y de empresario librero.

Como Ulises, que en La odisea pidió ser amarrado al mástil para no sucumbir a los cánticos de las sirenas; don José Joaquín, por su propio impulso, se amarró a la reforma constitucional que prohibió la reelección para no repetir en el Gobierno.

En la otra acera, sus sucesores buscaron a toda costa reelegirse. Propusieron constituyentes, y cuando no pudieron hacerlo por las vías previstas en la Constitución, terminaron convenciendo a la Sala Constitucional para que revirtiera su propia jurisprudencia en el 2003, con grave daño para la confianza de los costarricenses en esa institución.

Gobierno destacado. Su candidatura y su gestión fueron una proeza. El Congreso quedó en manos de Liberación, que auguró férrea oposición. A pesar de todo, con muchas limitaciones y restricciones presupuestarias, hizo un gobierno destacado por su equilibrio, elevó nuestro prestigio internacional y, por si fuera poco, logró que el país tuviera el mayor crecimiento económico de América Latina (cerca del 8% en cada uno de los cuatro años). Además, fundó instituciones, hizo obra, extendió la salud y la educación y combatió la pobreza. Y todo ello sin endeudar al país y sin déficit fiscal.

¿Algo más? Sí, todavía más. Demostró su voluntad de diálogo, su austeridad en los gastos públicos, su magnanimidad, su bonhomía, su honestidad y las manos limpias. Y todo ello sin renunciar jamás a la dignidad de su cargo. Los presidentes no tienen derecho a ello.

Compromiso con el equilibrio. En los tiempos que corren, durante las campañas políticas, se desprecian los equilibrios. Todo se quiere ver en blanco y negro, sin matices y sin colores.

Destaco en don José Joaquín su compromiso con el equilibrio, con encontrar lo que nos une, no lo que nos separa. El equilibrio entre la libertad y la justicia social. Entre lo público y lo privado. Entre la obra necesaria de construir y la austeridad presupuestaria.

La democracia obliga a los equilibrios. Se necesitan los acuerdos, salvo en la ética y la corrección en la función pública. Ahí hay que ser muy estrictos, implacables. Pero en las políticas públicas es necesario concertar para que todos los grupos sientan que al ceder en sus pretensiones no serán avasallados sus derechos.

Hace 100 años nació el profesor José Joaquín Trejos Fernández. Demostró que es posible gobernar sin endeudar al país; que es posible combatir la criminalidad y avanzar en justicia social sin violar la libertad; que es posible gobernar con absoluta honestidad; que es posible ser el país de mayor crecimiento económico en América Latina; que es posible combatir la pobreza, avanzar en educación, salud e infraestructura (autopista General Cañas y la primera carretera a Limón), sin quebrar al país.

Arquetipo de político. Fue una persona capaz de encontrar entre los ruidos estridentes los caminos para salir del atolladero. Capaz de bajar al lodazal y salir limpio de él.

Las nuevas generaciones quizás no recuerden su mandato, pero su legado y su talante humano habrán de seguir inspirándonos a los costarricenses que no nos negamos el derecho a soñar con un país mejor.

El autor es abogado.