El dolor de ser hombres

Los malestares emocionales en los hombres son poco reconocidos y, por tanto, se tratan escasamente

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Desde una prudente y lúcida perspectiva de género, se entiende que los padecimientos psíquicos tienen un origen social, se construyen en la cotidianidad y además mantienen una fuerte vinculación con los roles de género tradicionales, lo que, como es de esperar, conduce a modos específicos de enfermarse debido a los estereotipos.

Los malestares emocionales en los hombres son poco reconocidos y, por tanto, se tratan escasamente. Por un lado, por la falsa idea de que es un problema de las mujeres y, por otro, porque el estigma social obstaculiza que los hombres confiesen y afronten sus estados de ánimo negativos.

No es un secreto que históricamente la subjetividad masculina se ha configurado centralizada en el poder enlazado con el dinero y la racionalidad, así como en el dominio y silenciamiento de sus emociones. Esto último, en vista del grave signo de debilidad que representaría expresarlas.

Esta disposición social es potencialmente nefasta, dificulta en la vida afectiva de los hombres verbalizar sus malestares afectivos, pero, sin embargo, encuentran salida a través de distintos problemas de salud, tales como la dependencia o el abuso del alcohol y otras drogas, accidentes laborales y de tránsito, presión alta, padecimientos inmunitarios y el suicidio. Con frecuencia, ocurren en sus edades más productivas.

El médico y psicoanalista Emiliano Galende explica que todo sufrimiento subjetivo está mediatizado por la relación del individuo con los símbolos que lo unen al mundo, a los otros individuos y a sí mismo, por lo que si prestamos atención a la desafortunada lista de emblemas de la masculinidad, por ejemplo, la autosuficiencia, la autonomía, la fuerza de carácter, la competencia, la potencia sexual, la osadía y el racionalismo, entenderíamos que tales símbolos se transfiguraron en modos específicos de malestar masculino, conduciendo tarde o temprano a depresiones encubiertas y otros padecimientos de salud mental.

Sobre lo anterior, según datos del Instituto Nacional de Salud Mental y Neurociencias de la India, las tres principales enfermedades mentales que afectan a los hombres en el mundo son la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia; y resalta además que los estigmas que pesan en relación tanto con la masculinidad como con las enfermedades mentales dificultan la atención oportuna de los padecimientos.

La depresión suele estar escondida detrás de dolores musculares, trastornos del sueño, dejadez, impulsividad, irritabilidad y deseos de venganza. Asimismo, es frecuente que los hombres acudan a un médico por los síntomas físicos de la enfermedad mental que, y es necesario recalcarlo, desconocen tener, y no por los síntomas emocionales.

Por otra parte, la automedicación con alcohol y otras sustancias es un síntoma común de depresión entre los hombres, y esta práctica puede agravar el trastorno y aumentar el riesgo de desarrollar otros problemas de salud.

Reconocerlo conduce a la prevención. Prevenir significaría evitar que el dolor emocional continúe invisibilizado y se perpetúe de generación en generación. De esta manera, la OPS señala a la familia como unidad primaria de prevención, y, por tanto, como el primer lugar donde se debe tomar conciencia de una situación que se ha mantenido invisible porque es considerada “natural”.

Las enfermedades mentales no distinguen clase social, en ellas, como indiqué al comienzo, se articulan componentes individuales, familiares y sociales, y se necesita mucho esfuerzo y la misma proporción de locura para negar la estrecha correspondencia entre las exigencias culturales que pesan sobre los hombres y la tendencia en las sociedades posmodernas a la destitución masculina, con el daño mental que padecen los varones y el costo social de la violencia de género que conlleva.

cgolcher@gmail.com

La autora es psicóloga y psicoanalista.