El desarrollo es más que consumo

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Muchas veces se tiende a confundir el concepto de desarrollo socioeconómico y relacionarlo solamente con factores tales como el acceso a mercados y el nivel de consumo de bienes y servicios.

Sin embargo, el grado de desarrollo de un territorio y su población depende de una mayor gama de factores, y para su valoración es necesario considerar otras variables de tipo económico, político, social, institucional, cultural y ambiental, entre otras, sin olvidar que el desarrollo es un estado integral y se refleja en la calidad de vida de la población, no únicamente en su consumo.

Hoy en día, el consumismo desmedido en que parece haber caído la sociedad conduce a restarle importancia a los aspectos que verdaderamente agregan valor a la vida del ser humano, como la familia, los valores, relaciones interpersonales, tranquilidad, felicidad y libertad, entre otros.

A pesar de que muchos tenemos claro que la calidad de vida no está en función solamente de lo material, no es fácil romper con el modelo de consumo al que el sistema económico nos ha sometido, y que desgraciadamente viene acompañado de una deshumanización, a tal grado que en muchas ocasiones, el ser humano es valorado por lo que tiene y no por lo que es como persona.

Costa Rica no escapa a esta realidad y, pese a que un alto porcentaje de su población ha sufrido en las últimas tres décadas una significativa disminución de su poder adquisitivo como resultado de altas tasas de inflación y ajustes parciales en los salarios, muchos costarricenses insisten en mantener un nivel de consumo mayor al que su capacidad real permite.

Tarjetas de crédito. Uno de los fenómenos que facilita esta situación tiene que ver con el funcionamiento del mercado de crédito, y especialmente el de tarjetas, cuya oferta al 31 de enero del presente año, según datos del Ministerio de Economía Industria y Comercio, sumaba en total 1.678.628 unidades, mientras que el saldo correspondiente a su deuda correspondía a ¢734.419.203.068,77.

Sin embargo, lo que más debe preocupar es que ambas variables tuvieron un crecimiento respecto del mismo periodo del año 2011 de un 21.28% y 21.99%, respectivamente, comportamiento que demuestra la carencia de una cultura de ahorro en nuestro país.

Los anteriores datos son el reflejo de los malos hábitos del costarricense como consumidor, así como de que vivimos en una sociedad cada vez más materialista y superficial. No obstante, eso no significa que no debamos tomar conciencia de que continuar con un comportamiento tan irracional en el consumo atenta contra nuestro desarrollo y su sostenibilidad.

La sociedad costarricense debe recapacitar sobre su comportamiento en los mercados y entender que si queremos tener una mejor calidad de vida y, por ende, mayores niveles de desarrollo y que el mismo alcance a todos los estratos sociales, es necesario que el consumo se lleve a cabo de manera más responsable e inteligente. De lo contrario, el futuro nos deparará una Costa Rica cada vez más empobrecida tanto económica como socialmente.