El derecho, el deber y la responsabilidad

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Si el Estado costarricense decide acatar la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en relación con la fecundación in vitro, será una decisión política tomada libremente. Cómo se implementará el programa será nuestra responsabilidad. El Ministerio de Salud, como ente rector de las políticas del sector, debería ser el coordinador de la creación de un Centro Nacional de Reproducción Asistida, que definirá las normas y procedimientos en todo lo concerniente a esta actividad.

A la hora de diseñar el programa de reproducción asistida, Costa Rica se encuentra en una situación de ventaja, porque ya dispone de datos estadísticos resultantes de la aplicación de dichas técnicas en otros países.

Con la experiencia adquirida en otras regiones del mundo, habrá suficientes elementos para la puesta en marcha de forma gradual de las técnicas de reproducción asistida en nuestro país; se podrá elaborar todo lo concerniente a registros digitales, definición de las funciones de las instituciones participantes, diseño de protocolos y todo lo relacionado con los controles de calidad.

¿Estaremos creando un ser humano distinto? Conversando, hace pocas semanas, con un colega ginecoobstetra, nos preguntábamos qué está haciendo la ciencia y qué estamos haciendo nosotros, como actores de la ciencia, a la hora de manipular artificialmente el inicio de la vida.

Los estudios están mostrando cambios importantes en el plano epigenético, tanto en los gametos (óvulos y espermatozoides), como en los embriones y recién nacidos. Estos no son cambios que favorecen al individuo. Todo lo contrario, están dejando marcas negativas que tendrán repercusiones en el desarrollo normal de la persona.

La ciencia también ha documentado que las parejas con problemas de infertilidad tienen condiciones especiales dentro de sus organismos que las predisponen a no poder tener hijos.

Por ello, es fundamental que estas personas conozcan en detalle los factores condicionantes de su problema de infertilidad y que estén totalmente conscientes de que al buscar terapias específicas de reproducción asistida no siempre van a ser exitosas, y que las técnicas pueden tener consecuencias negativas para su salud y la de sus hijos.

Responsabilidad médica. Una gran responsabilidad recaerá sobre el cuerpo médico. Tendrá a su cargo el manejo de las parejas infértiles y con el tiempo se hará cargo de los hijos.

Tendrá la responsabilidad de informar en detalle a la pareja infértil de las causas diagnosticadas de su padecimiento, como también de los riesgos personales en los que incurrirá a la hora de someterse a las técnicas de reproducción asistida. Deberá informar ampliamente a los futuros padres de los riesgos que enfrentarán sus hijos y sus descendientes.

Solo así, con un amplio conocimiento sobre el tema, los futuros padres tendrán argumentos para reclamar a la institución y al cuerpo médico que los procedimientos se ajusten a los estándares científicos y de seguridad del más alto nivel.

Transferencia única de embrión y lo moral. En los centros médicos más importantes del mundo se procura aplicar la técnica de transferencia única de embrión con el objetivo principal de ofrecer una mayor seguridad en la aplicación de las técnicas reproductivas, que garanticen un resultado favorable tanto para la madre como para el niño.

Y llegamos a la discusión final, quizás la más discutida e importante de todas: la relacionada con la discusión de lo moral y la ética científica. Estas áreas coinciden en algunos aspectos, pero difieren en otros. Coinciden en lo general, pero no en lo fundamental: el inicio de la vida y los derechos a la protección del ser no nacido.

Existen criterios médico-científicos serios que permiten definir las calidades de los embriones, clasificándolos con base en el aspecto microscópico del embrión. Sin embargo, es importante mencionar que este tipo de selección sufre grandes deficiencias. Muchos embriones clasificados como de alta calidad y viabilidad fallan en la implantación y embriones considerados de baja calidad y poco viables resultan en nacimientos de niños saludables.

Al no tener pruebas de laboratorio suficientemente certeras para seleccionar los mejores gametos (óvulos y espermatozoides) utilizados en la fecundación, considero que la mejor opción seguirá siendo fecundar uno o dos óvulos y transferir a la madre los embriones resultantes, en su totalidad, respetando su constitución y que sea la selección natural la que se encargue de definir cuáles de ellos se implantarán exitosamente y cuáles no.

En consecuencia, la discusión del destino o descarte de embriones no debería darse, ya que solamente se utilizaría la técnica de congelamiento y conservación de los óvulos extraídos en la primera oportunidad, se congelarían los restantes y se les utilizaría posteriormente en caso de no tener éxito la implantación.

Las técnicas de reproducción asistida deben ser puestas en práctica en el país, pero existe una imperiosa necesidad de que se haga con una serie de regulaciones para garantizar el cumplimiento de los protocolos establecidos previamente, en procura de que siempre se cumpla con la máxima de respeto a la ética, a lo moral y a la dignidad del ser humano.

El autor es médico pediatra.