El artículo de Dunia Espinoza

Escuelas y colegios deberían contribuir a la defensa y respeto de la mujer

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En la sección Foro de La Nación, del lunes 4 de julio, fue publicado un artículo titulado “El miedo y las mujeres”, relativo al miedo que sienten ellas de ser agredidas o violadas si salen a la calle. Por tanto, esta psicóloga pide al “Estado invertir en reeducar en masculinidades sin que eso signifique restar recursos al combate de la violencia de género contra las mujeres”.

Por mi ignorancia en psicología, no se cuál es la diferencia entre masculinidad y “masculinidades”. Por lo demás, el artículo merece todo tipo de apoyo. Por ejemplo, escuelas y colegios podrían contribuir a la defensa y respeto de la mujer. Sería muy provechosa, al respecto, una circular del Ministerio de Educación en tal sentido.

¿Por qué agredir a la mujer? ¿Cuál es ese afán de castigo o de venganza en una sociedad como la nuestra, complaciente y tolerante con las minorías? Todas las personas merecemos respeto; si lo hacemos, tendríamos unas costumbres, una paz y una democracia más consolidadas y expansivas.

Pero cuando se abandona la vida espiritual se abre camino a los sentidos, se acelera el proceso de deshumanización y el de cosificación de la persona. Así, del corazón no saldrán cosas como la comprensión, la ayuda, la misericordia y el perdón, ni el afán de rectificar conductas.

Igualdad. Defendamos a la mujer, que merece igualdad de oportunidades, políticas y laborales.

La agresión, la discriminación, la violación y la muerte de la mujer es uno de los peores y más repulsivos males de esta época. Gran parte de su perverso efecto multiplicador lo tienen, sin proponérselo, los medios televisivos. También habría que reeducarlos.

Ya lo sabemos, falta formación humana, moral y espiritual. La ciencia y la técnica no llenan estos campos. Ya Cristo lo dijo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Es más fácil amar que odiar, y así es de valioso el pequeño e invisible amor al prójimo escondido en nuestro corazón. Su tierna semilla también se encuentra en las escuelas y madura en los colegios y en los hogares; nada cuesta lanzarla a voleo en todos los campos del país.

Muy gratificante sería si mi respeto y mi admiración los recibieran, multiplicados, doña Dunia y su hija, que salían juntas y caminaban de noche por aquella calle. No en vano su artículo fue publicado. Recibirá muchos apoyos.

El autor es abogado.