El arte de atreverse a pensar

‘Salir de la zona de confort’, ‘correr la milla extra’, ‘echarse al agua’, son parte de este artículo.

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La frase sapere aude, ¿qué significa? ¿De dónde proviene? Sapere aude viene del latín, su significado es "atrévete a saber”. Esta frase tomó su fama gracias al filósofo Immanuel Kant. Aunque su origen es más antiguo, puede decirse que nació con Horacio Flaco, principal poeta lírico y satírico del latín.

Ahora bien, sapere aude puede tener muchas interpretaciones y traducciones dependiendo de su contexto. Nos enfocaremos en el atreverse a pensar, en tener el valor de usar habilidades que poseemos para pensar y actuar.

“Salir de la zona de confort”, “correr la milla extra”, “echarse al agua”, son expresiones coloquiales que van de la mano con este tema. Atreverse a pensar es dejar la zona de confort para ser expuesto de una manera positiva o negativa, debido a que nuestro pensar no siempre será correcto, en general, o para cierto grupo social nunca será lo ideal; es tomar nuestras bases que serían nuestra zona de confort, nuestra rutina, nuestro día a día y con base en ello pensar y expresar nuestras opiniones usando fundamentos claros para cambiar, crear o mejorar nuevas bases.

Las bases son cómodas porque ya están. Son algo que nosotros no hicimos, sino que aprendimos. Sabemos escribir y leer por nuestros profesores, sabemos lo que está bien y mal según nos lo inculcaron en el hogar, sabemos conducir porque hubo alguien que nos enseñó, o bien, hace mucho tiempo nos dejó un libro como guía para aprender a manejar, pero nunca nacimos aprendidos. No existe alguien que apenas nazca sepa hacer todo, al contrario, todo se aprende y, como bien dicen “nunca a la cama te irás sin aprender algo más”, y esto marca la constante incorporación de conocimientos que nos ayudan día a día y no nos damos ni cuenta.

Pensar fuera de la caja. De nosotros depende “correr la milla extra”, o bien, hacer de lo ordinario algo extraordinario, y no es difícil, pero requiere nuestra disposición y entrega.

Un claro ejemplo es Martin Cooper, quien tomó un teléfono de hogar y creó con esa base el Motorola, primer teléfono celular. Él corrió una milla extra, pensó fuera de la caja y obtuvo como resultado, en 1973, una maravilla revolucionaria en el mundo de la tecnología, pues ahora, en el 2018, sigue siendo algo que innova todos los días, mantiene un buen mercado en varios aspectos y nos ayuda.

Martin, definitivamente, se atrevió a pensar, a dejar su zona de confort, a correr esa milla extra y a echarse al agua, pues como hubo gente que lo halagó por dicha invención, hubo quienes criticaron su hazaña.

El arte de atreverse a pensar tiende a explotarse más en personas jóvenes, pues las responsabilidades son las menos. No quiere decir que personas de más edad no puedan, pero es menor la cantidad.

Esto sucede porque, por ejemplo, al abrir un local, una persona joven tiene menos que perder si no le da tantas ganancias, pero para una persona mayor, casada, quizá cabeza del núcleo familiar, le afectaría que las ganancias no fueran tan elevadas, pues tiene bajo su responsabilidad a terceras personas quienes sufrirían el fracaso desde varios aspectos. Así, no solo él, quien falló, resulta perjudicado, sino varios dependientes de un éxito seguro para coexistir. En resumen, las personas mayores tienen más que perder que los jóvenes.

Otro de los miedos más grandes para atreverse a pensar es el rechazo, el “qué pensarían de mí”, “¿Y si no me sale?”. Atreverse a pensar es dejar de pertenecer al montón. Es expresar una idea que bien puede que sea mal vista y criticada o sea aplaudida y aceptada. Los riesgos son altos, pero la recompensa lo vale; vale la pena ser auténticos, ganar un puesto fuera de la masa.

La masa son todos cuyas ideas e ideales ya están escritos, quienes se conforman con sus bases, con ser uno más del montón, no piensan fuera de los límites y, peor aún, creen en ellos. Si todos simplemente practicáramos el sapere aude y nos atreviéramos a pensar, Costa Rica y el mundo avanzarían, pues hay quienes poseen gran capacidad intelectual, pero la callan, o tienen la capacidad, pero se limitan con excusas típicas. Llaman a la economía, tiempo, etc. como pretextos para escudarse tras de ellos y no comenzar. Cuando esos límites realmente son solo imaginarios. Pensar y tener una posición ante algo es gratis; expresarla lo único que requiere es voluntad y valentía a esperar a lo que venga.

La autora es estudiante universitaria.